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viernes, 25 de septiembre de 2020

Hasta siempre, comandante



Rafael Espinosa / El fallecimiento de Juan Carlos Toledo Cruz tomó por sorpresa a todos. El viernes se había comunicado con sus compañeros bomberos, paramédicos y agentes de Protección Civil, a través de mensajes de WhatsApp; sin embargo, el sábado por la mañana murió repentinamente.

 

Eliezer Cruz, agente de Protección Civil y amigo de años, descansaba en casa después de su jornada laboral, cuando le llamaron que Juan Carlos había muerto. Aún con el teléfono en el oído, no daba crédito a lo que acababa de escuchar.

 

---¿Cómo? Si apenas ayer nos dijo que estaba recuperándose ---repuso sorprendido, aunque después de unos minutos, no aguantó más y se puso a llorar en silencio. 

 

La pasión al trabajo de paramédico se lo debía a él desde aquella vez que lo invitó a integrarse a las clases de Técnico en Urgencias Médicas.

 

Ese sábado, Julián Velázquez, comandante de la Cruz Roja por más de tres décadas y compañero entrañable de Juan Carlos, se le hizo un nudo en la garganta cuando se enteró de la mala noticia. Hubiera querido estar cerca, no obstante, Julián se encuentra aislado en su domicilio desde que se declaró la cuarentena social, por ser altamente susceptible a la enfermedad. 

 

La vez que lo vio fue en la Calzada de Los Hombres Ilustres. Juan Carlos caminaba con su esposa y sus dos hijos. Platicaron ligeramente de lo que se pudo, en el pasillo.

 

---A ver cuando nos reunimos, gordito ---le dijo al despedirse y jamás los volvió a ver.

 

Jesús Mijangos, paramédico de la Cruz Roja desde hace más de una década, todavía recuerda con claridad las madrugadas en que veía a Juan Carlos haciendo guardia en la estación central de bomberos.

 

---¿Qué hay, gordito? ---le decía.

 

---Hasta ahorita todo tranquilo, gracias a Dios ---contestaba con aquella media sonrisa que le caracterizaba.

 

Juan Carlos, oriundo de Cintalapa, había presentado síntomas de coronavirus, por eso estuvo hospitalizado durante una semana. Todo parece indicar que sufrió una complicación con la diabetes e hipertensión que mantenía controladas desde hace algunos años.

 

El domingo 31 de mayo, los compañeros montaron guardia de honor, con aplausos, flores y sirenas encendidas, donde pasaron lista.

 

---¡Juan Carlos Toledo Cruz!

 

¡¡¡Presente!!!

 

¡¡¡Presente!!!

 

¡¡¡Presente!!!

 

---¡Hasta siempre, comandante!

 

Después lo llevaron a su pueblo natal de donde salió caminando un día que decidió en definitiva ayudar al prójimo en situación de emergencia. 

 

A sus 40 años, había dedicado la mitad de su vida al oficio de paramédico de la Cruz Roja, bombero y últimamente trabajaba como camillero en el Hospital de Especialidades Pediátricas, en Tuxtla Gutiérrez. 

 

Era buen esposo y padre ejemplar de dos menores de edad. 

 

Su muerte ha dejado una huella imborrable en los corazones de quienes lo conocieron. Sus mensajes eran de recuperación paulatina y esperanza de vida, aunque todo cambió de la noche a la mañana.

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