Rafael Espinosa:
Por lo menos cinco de cada diez alumnos recurren a la
práctica de copiar y pegar las tareas escolares, a propósito del mundo
de las nuevas tecnologías de comunicación e información, las cuales tienen sus
ventajas y desventajas, resumió Juan Carlos Cabrera, investigador de la
Universidad Autónoma de Chiapas (Unach).
El fenómeno es gravísimo para el desarrollo de
educativo del estudiantado, de manera que los alumnos no sólo les da flojera
escribir sino les da flojera leer. Lo peor, dijo, es que se ha encontrado está
práctica en alumnos de licenciatura, maestría y doctorado.
El también coordinador del doctorado en estudio
regional contextualizó que el advenimiento de las Tecnologías de Información y
Comunicación (TIC), afecta a la institución escolar con mucha fuerza, lo cual
obliga a necesitar un nuevo tipo de profesor que utilice las TIC, por un lado,
para el proceso de enseñanza-aprendizaje y, por otro, que los alumnos las usen
como una herramienta didáctica.
Una de las desventajas de las TIC, agregó, es que en
los últimos años bajó un 80 por ciento las visitas a las bibliotecas, éstas
ahora lucen vacías, aunque también, reconoció, obedece a que muchos tienen
acceso a Internet en sus domicilios o en los cibercafes, y no quiere decir que
la gente no esté estudiando.
Desde otra perspectiva, explicó, el problema copiar y
pegar realmente no es nada nuevo, pues anteriormente los estudiantes
iban a la biblioteca, copiaban en su cuaderno de tareas, incluso
mecanografiaban y finalmente entregaban el trabajo.
Pero lo malo ahora, recordó, es que hace años algunos
estudiantes de la UNAM, prestaban una tarea, la fotocopiaban y sólo le cambiaban
la portada y lo entregaban.
El asunto está relacionado también con la carga de
trabajo de los catedráticos.
Hay profesores que atienden cuatro grupos de 48 ó 50
alumnos, es decir, tienen que revisar 200 trabajos, pero si tomamos en cuenta
que hay profesores que trabajan en tres escuelas con el mismo número de
alumnos, la cifra de trabajos por revisar aumenta a 600, por ejemplo, dijo.
“Este enorme volumen de tareas ocasiona que el
profesorado no revise las tareas o que las revise con muy poco cuidado”,
reconoció.
Ante esta saturación de tareas, los estudiantes encuentran
el mecanismo “idóneo” de presentar trabajos que no son suyos, pues en las TIC se
hallan muchos trabajos disponibles sobre el tema que el profesor les ha pedido,
aunado a que los alumnos tienen la idea de que las tareas no son revisadas a profundidad.
“Cuando un estudiante tiene éxito la primera vez,
esta práctica se vuelve recurrente”, advirtió.
Este fenómeno está asociado a la participación que
tienen los padres en la formación de sus hijos. Los papás generalmente mandan a
la escuela a sus hijos para que saquen buenas calificaciones y poco se
preocupan por lo que aprenden, señaló.
Se tiene la costumbre de que si un estudiante
presenta dieces en la casa, los padres lo reciben con premios, entonces,
comentó, los alumnos buscan estrategias o se las ingenian para sacar dieces y
no se preocupan precisamente en aprender el contenido de la asignatura.
La saturación del profesor para revisar las tareas y
el descuido de los padres afectan de alguna manera el proceso educativo y a
diversos programas didácticos.
“El estudiante ve una buena oportunidad en el copiar
y pegar para sacar las calificaciones que le piden en casa”, sostuvo.
Es mejor preguntarle al hijo qué aprendiste hoy, a
que me presente dieces, recomendó el investigador.
Asintió que en el doctorado implica un proceso muy
perverso, en el cual el alumno ha sido recompensado en cada acción deshonesta
(copiar y pegar), sin enfrentar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Si los alumnos de primaria aprenden esto hoy y les da
éxito, anticipó, seguramente en la secundaria lo harán con más facilidad, pues
además los profesores están sufriendo la masificación de la educación, no les
da tiempo de revisar los trabajos.
Hay profesores que facilitan esta práctica por no revisar
las tareas.
Como profesional es muy grave, pues se imaginó un
estudiante de medicina o un abogado, que copió y pegó durante su
formación académica, qué haría frente a un quirófano o frente a un juicio, respectivamente,
vaticinó.
Uno sabe cuando el trabajo no es del alumno, pues —de
repente— entrega tareas con términos que nunca usa, y si tu no lo corriges en
ese momento, apuntó, lo seguirá haciendo, motivo por el cual hay que convencerlo
de que es por su beneficio.
“También tiene que ver con la enseñanza de valores;
esto implica la participación del docente, de la institución, de la familia y
del alumno mismo”, reflexionó.
Sugirió que las escuelas en general deben acordar
normas que sancionen estas prácticas tanto a quien las comete y a quien omite
sancionarlas, explicó, pues la institución recarga en el profesor las tareas y
pocos se encargan de vigilar y promover los valores.
El fenómeno de copiar y pegar afecta los
procesos cognitivos fuertemente, porque antes uno se obligaba a transcribir el
texto y en ese proceso de transcripción intervenía la adquisición de
conocimientos, recordó.
“A veces uno no entendía una palabra, razón lo que
recurría uno al diccionario. Hoy en día con el copiar y pegar ni
siquiera ven el contenido de lo que se copia; el copiador ni siquiera sabe que lo
que copia es acorde a la tema que se le pidió”, lamentó.
Actualmente, comentó, no conozco proyectos globales para contrarrestar el fenómeno, lo que conozco son esfuerzos particulares a través de programas de tutorías de la Unach, Unicach y la Unich, donde un alumno, al ser detectado, se le llama a su tutor.
Actualmente, comentó, no conozco proyectos globales para contrarrestar el fenómeno, lo que conozco son esfuerzos particulares a través de programas de tutorías de la Unach, Unicach y la Unich, donde un alumno, al ser detectado, se le llama a su tutor.
Debiera haber un programa global a nivel de
comunicación, opinó, donde la Secretaría de Educación Pública detallara este
tipo de medidas para vigilar el copia y pega, y reducir el problema, así
como obligar a las instituciones educativas
públicas y privadas a contratar un profesor para revisar las tareas o que por una hora de clases se le pague una hora más para la revisión de las tareas.
Por otro lado, recientemente un universitario se
quejó —a través de las redes sociales— que cómo era posible que en pleno siglo
XXI su maestro le pidiera la tarea hecha a mano.
Esto generó opiniones encontradas, debido a que
—dijeron algunos— el profesor lo hacía para que el alumno evitara el copiar y pegar,
y, a través de la transcripción del tema, por lo menos se le quedara algo.