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jueves, 7 de junio de 2018

Doña Vicenta, ejemplo de fortaleza




•Septuagenaria del área de limpia y aseo público municipal

Rafael Espinosa / Doña Vicenta es una mujer trabajadora. Todas los días madruga para recoger la basura que tiran los peatones en las banquetas y que lanzan los automovilistas a través de la ventanilla de sus coches. A sus 77 años de edad, bien podría estar descansando en su casa, sin embargo, la necesidad y el deseo de trabajar lo despiertan cada mañana. Dice estar muy agradecida con Dios y su trabajo, pues sólo de esta forma ha podido sacar adelante a sus 11 hijas e hijos. A la edad de 40 años, doña Vicenta vino a la capital de su natal Pueblo Nuevo, a unas dos horas y media de Tuxtla Gutiérrez. Vino siguiendo a las hijas mayores que a temprana edad trabajaban de empleadas domésticas. Recién llegada se ocupó de lo mismo que sus hijas, lavar ropa y asear casas ajenas, porque en cualquier lugar que llegaba le pedían estudios mínimos y ella no sabe leer ni escribir. En ese tiempo le daba mucha tristeza dejar a sus hijos e hijas más pequeños en su casa rentada.

—¿Ya te vas a trabajar, mamá? —le preguntaban, haciéndole rueda como pollitos, al salir de su casa.

—Ya, hijitos, tengo que ir a trabajar para que les traiga de comer —les contestaba con ternura sin querer dejarlos sólos—; se portan bien, no tardo. Y se iba.

Con el tiempo compró un terreno en pagos donde actualmente vive, en las faldas del norte de la ciudad. Ya descansaba un poco de la renta que entre ella y sus hijos reunían agradecidamente. A veces, dice, se ponía a llorar porque tenía el terreno y no tenía los recursos para construir una casita. Al poco tenía una casa de cartón con paredes de madera, en medio del zarzal, aunque hoy las condiciones de su domicilio no han cambiado mucho pero está contenta de tener un techo propio.

Por obra y gracia de Dios, conoció a una amiga que la ayudó a ingresar a la Dirección de Limpia y Aseo Público del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, donde lleva 24 años trabajando. Anteriormente, cuando la capital era chica, barría las calles centrales. No obstante, hoy, se dedica a mantener limpio el parque de la Cuarta Oriente y Cuarta Norte. Durante sus días de descanso, sábados y domingos, a veces se sienta en su patio y suspira:

—Cómo ha pasado el tiempo —.