Rafael
Espinosa / Carlos Julián es invidente. Al año y siete meses de nacido le
detectaron cáncer en la retina, por lo que le desconectaron los nervios de la
vista para salvarle la vida.
Desde
entonces, visualmente, nada conoce de este mundo, en cambio ha agudizado los
demás sentidos. Viaja en colectivo. Utiliza como referencia el ruido de alguna
empresa, baches, curvas, topes y hasta el aroma de alguna cocina o restaurante,
para pedir la parada.
Anteriormente,
le apenaba preguntar en qué parte de la ciudad viajaba. El chofer del colectivo
se olvidaba de bajarlo en el punto que él pedía, por lo que se perdió muchas
veces.
---¡Todo
por no preguntar! ¡Todo por no preguntar! ---se recriminaba, dándose golpecitos
con el puño en la frente. Al fin tenía que preguntar y avanzaba tomándose de
las paredes.
Desde
la infancia aprendió a reconocer el día por el calor, el ruido de los coches y
las conversaciones de la gente; y la noche por el silencio, el canto de los
grillos y el fresco del sereno.
Sueña
el río, el mar, automóviles y todas las cosas, de acuerdo con lo que ha
identificado con los demás sentidos; los contornos, figuras, texturas, aromas,
ruidos y sabores.
Sabe
leer y escribir en braille desde que era niño. Estudió la primaria, secundaria,
preparatoria y actualmente es Licenciado en Derecho. Sabe tocar guitarra, la
batería, juega ajedrez, ha ganado medallas en atletismo para personas con
discapacidad y recibió el Premio Estatal de la Juventud en 2015.
Actualmente,
trabaja como guía, especializado en explicar la vida del Terodáctilo hace
millones de años, en el 𝘚𝘣𝘦𝘦𝘭 𝘋𝘪𝘯𝘰𝘴𝘢𝘶𝘳𝘪𝘰𝘴, en el Museo Chiapas del Instituto de Ciencia,
Tecnología e Innovación del Estado de Chiapas.
Al
principio se negaba a usar bastón, para que la gente no se diera cuenta, dice,
de que sufría alguna discapacidad, aunque hoy, con madurez, a menudo acepta
utilizarlo. Le ha gustado ser independiente. Sus padres siempre le trazaban el
camino que andaría ordinariamente y después él pedía caminar solo. Su familia
siempre lo trató como si no padeciera alguna discapacidad.
Disfruta
de la soledad de su habitación, escucha música romántica. Algún tiempo consumió
cervezas con sus compañeros de la Preparatoria y la Universidad para sentirse
parte del grupo, sin embargo, con el tiempo entendió lo innecesario de esta
conducta.
Como
todo ser humano, sufrió depresión por su discapacidad. ¡Si yo pudiera ver!, se
decía y lloraba. Hoy, en sus ratos libres, escucha audiolibros, escribe y se
comunica con sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, a través del
teléfono celular inteligente que lee mensajes.
A
nadie le guarda rencor por la vida que le ha tocado vivir, al contrario está
agradecido con todos aquellos que, con buenas o malas intenciones, lo han hecho
fuerte. No hay mejor vida que la que me ha tocado vivir, puntualiza.
Nota:
Estudió
en la Escuela de Educación Especial
Escuela
Primaria Cámara Nacional de Comercio
Secundaria
Técnica 59 Profr. Jorge Alfaro Nigenda
Preparatoria
No. 1 del Estado
Instituto
de Estudios Superiores de Chiapas
Upsum
Tuxtla
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