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lunes, 26 de diciembre de 2011

Decapitado por robarse una pistola


Foto: Abenamar López

Rafael Espinosa:
(Publicado 17/03/2009)
Un comandante de la Policía Estatal Preventiva está arraigado por su presunta participación en el homicidio de un sujeto que fue hallado decapitado el 17 enero de este año, en la orilla del río Sabinal, cerca de la Procuraduría General de Justicia del Estado, informaron fuentes oficiales.
Todo comenzó cuando el elemento de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSyPC), visitó a una mujer con la que tenía una relación sentimental fuera de su matrimonio, en una colonia cercana al fraccionamiento Chapultepec, al poniente de Tuxtla Gutiérrez.
Carlos Mario López Gómez, actualmente arraigado, estacionó su patrulla y dejó escondida su pistola de cargo en su unidad.
Más tarde, el hoy occiso, un joven de unos 22 años, irrumpió en el vehículo y tomó el arma de fuego de la patrulla para después dirigirse a la casa de su padre a quien pidió que se la guardara sin confiarle de dónde la había sustraído. El muchacho nunca se enteró de que un testigo observó toda su operación.


"El hijastro del policía vio cómo el muchacho abrió la puerta de la patrulla, sacó el arma y lo peor de todo es que lo identificó plenamente; era conocido del barrio", agregaron las fuentes.

La escuadra estaba guardada a unas cuatro cuadras de donde se consumó el presunto robo, en la vivienda del padre del que días después apareció decapitado en la orilla del río Sabinal.
El uniformado, Carlos Mario López, denunció los hechos ante las autoridades correspondientes, pero además avisó al alto mando de la corporación que tenía fehacientemente descubierto al sujeto que le había robado su arma.
Éste le ordenó sarcásticamente que lo "levantara" y le diera una "calentadita", aunque Carlos Mario tomó las cosas en serio y en pocos días, en compañía de otros agentes, arbitrariamente lo detuvo en las inmediaciones de la colonia Chapultepec.

"La detención fue al parecer el jueves 15 de enero de este año (2009)", ahondaron las fuentes.

Cuando estuvo en manos de los "guardianes", lo golpearon de forma despiadada de tal manera que lo mataron por asfixia, como lo dictaminó el personal del Servicio Médico Forense (Semefo) en sus diligencias.

Ya muerto, lo trasladaron a un hotel de paso.

"No sabían qué hacer, pero al final de cuentas era orden del jefe, aunque éste lo haya dicho de manera irónica", agregaron.

Recostaron el cadáver en un jacuzzi y lavaron el cuerpo para que el agua se llevara todo rastro de sangre; le cortaron la cabeza con cautela para que el homicidio se relacionara con la delincuencia organizada. Es más, continuaron, usaron la sábana de la habitación como mortaja para envolver los restos.Más tarde tiraron el cuerpo.
Al siguiente día, Carlos Mario López tuvo asistencia en la revista que cada mañana hacen los altos mandos de la Policía, aunque se desconoce si se presentó o pagó a alguien para que contestara por él a fin de que no le descontaran su día de trabajo.
Días después de que lo "levantaron" apareció la cabeza del muchacho, tirada en la orilla del río Sabinal, a unos 500 metros del Ministerio de Justicia del Estado (MJE), ahora Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

"Los cortes eran tan finos que se relacionó de inmediato con la delincuencia organizada, incluso muchos medios manejaron el crimen en respuesta al cambio de ministro que se dio oficialmente en esas fechas", dijeron las fuentes.

Unos hombres que recogían leña en el margen del río Sabinal para cocinar plátanos fritos y venderlos en los cruceros de la ciudad, localizaron el resto del cuerpo decapitado y dieron aviso a la Policía.
El cadáver estaba enrollado en una bolsa negra y una sábana gruesa color beige atada con cinta canela. A juzgar por la forma del empaque, tenía atadas las manos hacía atrás.
Días después del hallazgo, la cuñada del joven decapitado resultó ser jurídico de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSyPC) y se enteró que el padre del muchacho tenía la pistola "robada", por lo que presentó el arma de fuego para ponerla a disposición de la autoridad correspondiente.
Por este caso se integraron tres averiguaciones previas, una por la desaparición del joven que vivía cerca de la Colonia Chapultepec, en la colonia Atenas, otra por el extravío o robo del arma y una más por el homicidio.
La familia ha negado también que su hoy difunto haya tenido relación con la delincuencia organizada.

"Quizá era vándalo, pero no se merecía esto", comentaron las fuentes.

Hasta el momento se presume que fueron varios policías los que supuestamente cometieron el crimen; sin embargo, sólo Carlos Mario López Gómez está arraigado.
Las investigaciones del crimen quedaron prácticamente bloqueadas, las pesquisas se interrumpieron extrañamente sin que la Procuraduría General de Justicia del Estado brinde un informe al respecto, incluso ésta se mantiene en "silencio".
Y es que el comandante de la Policía Ministerial, encargado del área de homicidios, de apellido Zamarrón, quien seguía el caso muy de cerca, fue despedido "injustificadamente" con la amenaza de que si continuaba con la invetigación sería encarcelado por una averiguación previa que tenía en su contra en el municipio de Palenque.

martes, 20 de diciembre de 2011

Algo muy grave va a suceder en este pueblo



Por Gabriel García Márquez:
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: "No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo".

El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: "Te apuesto un peso a que no la haces". Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Y él contesta: "es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo".

Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mama, o una nieta o en fin, cualquier pariente, feliz con su peso comenta:

-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.

-¿Y porqué es un tonto?

-Porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Y su madre le dice:

-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen...

Una pariente oye esto y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: "Deme un kilo de carne", y en el momento que la está cortando, le dice: "mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado".

El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice: "mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas". Entonces la vieja responde: "Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos..." Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde. Alguien dice:

-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?

-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!

Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.

-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

-Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.

-Sí, pero no tanto calor como ahora.

Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: "Hay un pajarito en la plaza". Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.

-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.

-Sí, pero nunca a esta hora.

Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.

-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.

Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve. Hasta que todos dicen: "Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos". Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.

Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: "Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa", y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, le dice a su hijo que está a su lado: "¿Vistes mi hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?"

La crónica, ornitorrinco de la prosa

Por Juan Villoro:
La vida está hecha de malentendidos: los solteros y los casados se envidian por razones tristemente imaginarias. Lo mismo ocurre con escritores y periodistas. El fabulador "puro" suele envidiar las energías que el reportero absorbe de la realidad, la forma en que es reconocido por meseros y azafatas, incluso su chaleco de corresponsal de guerra (lleno de bolsas para rollos fotográficos y papeles de emergencia). Por su parte, el curtido periodista suele admirar el lento calvario de los narradores, entre otras cosas porque nunca se sometería a él. Además, está el asunto del prestigio. Dueño del presente, el "líder de opinión" sabe que la posteridad, siempre dramática, preferirá al misántropo que perdió la salud y los nervios al servicio de sus voces interiores.
Aunque el whisky sabe igual en las redacciones que en la casa, quien reparte su escritura entre la verdad y la fantasía suele vivir la experiencia como un conflicto. "Una felicidad es toda la felicidad: dos felicidades no son ninguna felicidad", dice el protagonista de Historia del soldado, la trama de Ramuz que musicalizó Stravinski. El lema se refiere a la imposibilidad de ser leal a dos reinos, pero se aplica a otras tentadoras dualidades, comenzando por las rubias y las morenas y concluyendo por los oficios de reportero y fabulador.
La mayoría de las veces, el escritor de crónicas es un cuentista o un novelista en apuros económicos, alguien que preferiría estar haciendo otra cosa pero necesita un cheque a fin de mes. Son pocos los escritores que, desde un principio, deciden jugar todas sus cartas a la crónica.
En casos impares (Josep Pla, Alvaro Cunqueiro, Ramón Gómez de la Serna, Salvador Novo, Alfonso Reyes, Roberto Arlt), publicar en periódicos y revistas ha significado una escritura continua, la episódica creación de un libro desbordado, imposible de concluir. Para la mayoría, suele ser una opción de Lejano Oeste, la confusa aventura de la fiebre del oro.
Tal vez llegará el día en que los periódicos compren la prosa "en línea", a medida que se produce. Sin embargo, desde ahora es posible detectar la casi instantánea relación entre la escritura y el dinero, economías de signos y valores. Nada más emblemático que el hecho de que el poeta Octavio Paz trabajara en el Banco de México quemando billetes viejos, Franz Kafka perfeccionara su paranoia en una compañía aseguradora y William S. Burroughs escogiera el delirio narrativo en respuesta al invento del que derivaba la fortuna de su familia, la máquina sumadora.
La crónica es la encrucijada de dos economías, la ficción y el reportaje. No es casual que un autor con un pie en la invención y otro en los datos insista en la obligación del novelista contemporáneo de aclarar cuánto cuestan las cosas en su tiempo. Sí, la idea es de Tom Wolfe, el dueño de los costosos trajes blancos.
Estímulo y límite, el periodismo puede ser visto desde la literatura como el boxeo de sombra que permitió a Hemingway subir al ring, pero también como tumba de la ficción (cuando el protagonista de Conversación en La Catedral entra a un periódico, siente que compromete su vocación de escritor en ciernes y ve la máquina de escribir como un pequeño ataúd en el escritorio).
Comoquiera que sea, el siglo XX volvió específico el oficio del cronista que no es un narrador arrepentido. Aunque ocasionalmente hayan practicado otros géneros, Egon Erwin Kisch, Bruce Chatwin, Alvaro Cunqueiro, Ryszard Kapuscinski, Josep Pla y Carlos Monsiváis son heraldos que, como los grandes del jazz, improvisan la eternidad.
Algo ha cambiado con tantos trajines. El prejuicio que veía al escritor como artista y al periodista como artesano resulta obsoleto. Una crónica lograda es literatura bajo presión.
Un género híbrido
Si Alfonso Reyes juzgó que el ensayo era el centauro de los géneros, la crónica reclama un símbolo más complejo: el ornitorrinco de la prosa. De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables; del cuento, el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica; de la entrevista, los diálogos; y del teatro moderno, la forma de montarlos; del teatro grecolatino, la polifonía de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la "voz de proscenio", como la llama Wolfe, versión narrativa de la opinión pública cuyo antecedente fue el coro griego; del ensayo, la posibilidad de argumentar y conectar saberes dispersos; de la autobiografía, el tono memorioso y la reelaboración en primera persona. El catálogo de influencias puede extenderse y precisarse hasta competir con el infinito. Usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser.
De acuerdo con el dios al que se debe, la crónica trata de sucesos en el tiempo. Al absorber recursos de la narrativa, la crónica no pretende "liberarse" de los hechos sino hacerlos verosímiles a través de un simulacro, recuperarlos como si volvieran a suceder con detallada intensidad.
Por lo demás, la intervención de la subjetividad comienza con la función misma del testigo. Todo testimonio está trabajado por los nervios, los anhelos, las prenociones que acompañan al cronista adondequiera que lleve su cabeza. La novela Rashomón, de Akutagawa, puso en juego las muchas versiones que puede producir un solo suceso. Incluso las cámaras de televisión son proclives a la discrepancia: un futbolista está en fuera de lugar en una toma y en posición correcta en otra. En forma aún más asombrosa, a veces las cámaras no muestran nada: desde 1966 el gol fantasma de la final en Wembley no ha acabado de entrar en la portería.
El intento de darles voz a los demás -estímulo cardinal de la crónica- es un ejercicio de aproximaciones. Imposible suplantar sin pérdida a quien vivió la experiencia. En Lo que queda de Auschwitz, Giorgio Agamben indaga un caso límite del testimonio: ¿quién puede hablar del holocausto? En sentido estricto, los que mejor conocieron el horror fueron los muertos o los musulmanes, como se les decía en los campos de concentración a los sobrevivientes que enmudecían, dejaban de gesticular, perdían el brillo de la mirada, se limitaban a vegetar en una condición prehumana. Sólo los sujetos física o moralmente aniquilados llegaron al fondo del espanto. Ellos tocaron el suelo del que no hay retorno; se convirtieron en cartuchos quemados, únicos "testigos integrales".
La crónica es la restitución de esa palabra perdida. Debe hablar precisamente porque no puede hablar del todo. ¿En qué medida comprende lo que comprueba? La voz del cronista es una voz delegada, producto de una "desubjetivación": alguien perdió el habla o alguien la presta para que él diga en forma vicaria. Si reconoce esta limitación, su trabajo no sólo es posible sino necesario.
El cronista trabaja con préstamos; por más que se sumerja en el entorno, practica un artificio: transmite una verdad ajena. La ética de la indagación se basa en reconocer la dificultad de ejercerla: "Quien asume la carga de testimoniar por ellos sabe que tiene que dar testimonio de la imposibilidad de testimoniar", escribe Agamben.
La empatía con los informantes es un cuchillo de doble filo. ¿Se está por encima o por debajo de ellos? En muchos casos, el sobreviviente o el testigo padecen o incluso detestan hallarse al otro lado de la desgracia: "Esta es precisamente la aporía ética de Auschwitz", comenta Agamben: "el lugar en que no es decente seguir siendo decentes, en el que los que creyeron conservar la dignidad y la autoestima sienten vergüenza respecto a quienes las habían perdido de inmediato".
¿Qué espacio puede tener la palabra llegada desde fuera para narrar el horror que sólo se conoce desde dentro? De acuerdo con Agamben, el testimonio que asume estas contradicciones depende de la noción de "resto". La crónica se arriesga a ocupar una frontera, un interregno: "los testigos no son ni los muertos ni los supervivientes, ni los hundidos ni los salvados, sino lo que queda entre ellos".
Objetividad
La vida depara misterios insondables: el aguacate ya rebanado que entra con todo y hueso al refrigerador dura más. Algo parecido ocurre con la ética del cronista. Cuando pretende ofrecer los hechos con incontrovertible pureza, es decir, sin el hueso incomible que suele acompañarlos (las sospechas, las vacilaciones, los informes contradictorios), es menos convincente que cuando explicita las limitaciones de su punto de vista narrativo.
Una pregunta esencial del lector de crónicas: ¿con qué grado de aproximación y conocimiento se escribe el texto? El almuerzo desnudo, de William S. Burroughs, depende de la intoxicación y la alteración de los sentidos en la misma medida en que Entre los vándalos, de Bill Buford, depende de percibir con distanciada sobriedad la intoxicación ajena.
El tipo de acceso que se tiene a los hechos determina la lectura que debe hacerse de ellos. Definir la distancia que se guarda respecto al objetivo autoriza a contar como insider, outsider, curioso de ocasión. A este pacto entre el cronista y su lector podemos llamarlo "objetividad".
Vida interior y verosimilitud
Siguiendo usos de la ficción, la crónica también narra lo que no ocurrió, las oportunidades perdidas que afectan a los protagonistas, las conjeturas, los sueños, las ilusiones que permiten definirlos.
Hace unos meses leí la historia de un explorador inglés que logró caminar sobre los hielos árticos hasta llegar al Polo Norte. ¿Qué lleva a alguien a asumir tamaños riesgos y fatigas? La crónica evidente de los hechos, en clave National Geographic, permite conocer los detalles externos de la epopeya: ¿qué comía el explorador, cuáles eran sus desafíos físicos, qué rutas alternas tenía en mente, cómo fue su trato con los vientos? Sin embargo, la crónica que aspira a perdurar como literatura depende de otros resortes: ¿qué se le perdió a ese hombre para buscar a pie el Artico?, ¿qué extravío de infancia lo hizo seguir la brújula al modo del Capitán Hatteras, que incluso en el manicomio avanzaba al norte? Tal vez se trate de una pregunta inútil. La rica vida exterior de un hombre de acción rara vez pasa por las cavernas emocionales que le atribuimos los sedentarios: los exploradores suelen ser inexplorables. Con todo, el cronista no puede dejar de ensayar ese vínculo de sentido, buscar el talismán que una la precariedad íntima con la manera épica de compensarla.
La realidad, que ocurre sin pedir permiso, no tiene por qué parecer auténtica. Uno de los mayores retos del cronista consiste en narrar lo real como un relato cerrado (lo que ocurre está "completo") sin que eso parezca artificial. ¿Cómo otorgar coherencia a los copiosos absurdos de la vida? Con frecuencia, las crónicas pierden fuerza al exhibir las desmesuras de la realidad. Como las cantantes de ópera que mueren de tuberculosis a pesar de su sobrepeso (y lo hacen cantando), ciertas verdades piden ser desdramatizadas para ser creídas.
A propósito del uso de la emoción en la poesía, Paz recordaba que la madera seca arde mejor. Ante la inflamable materia de los hechos, conviene que el cronista use un solo fósforo.
La primera crónica que escribí fue un recuento del incendio del edificio Aristos, en avenida Insurgentes. Esto ocurrió a principios de los años setenta del siglo pasado; yo tenía unos 13 o 14 años y tomaba clases de guitarra en el edificio. Por entonces, me había lanzado a un proyecto editorial en la secundaria, en compañía de los hermanos Alfonso y Francisco Gallardo: "La Tropa Loca", periódico impreso en mimeógrafo sobre la inagotable vida íntima de nuestro salón. Ahí yo escribía la "sección de chismes". Mi especialidad de gossip writer se vio interrumpida con las llamas que devoraron varios pisos del Aristos. Me encandiló ver las lenguas amarillas que salían de las ventanas, pero sobre todo el eficiente caos con que reaccionó la multitud.
Cronistas de la más diversa índole han descubierto su vocación ante el fuego: Angel Fernández, máximo narrador del fútbol mexicano, recibió su rito de paso en el incendio del Parque Asturias, y Elias Canetti el suyo durante la quema del Palacio de Justicia de Viena.
Sí, el cronista debe ser ahorrativo con los efectos que arden; entre otras cosas, porque a la realidad siempre le sobran los fósforos.

lunes, 19 de diciembre de 2011

La burla de un funcionario




Rafael Espinosa:
(19 de octubre 2011)
Es imperdonable que las autoridades esperaran diez años y la muerte de varios peatones atropellados para resolver un problema que, después de una protesta social en el Libramiento Norte Oriente, juraron resolver en 30 días.
Casi al mediodía de ayer, niños con pancartas, padres de familia, maestras, colonos y locatarios del Mercado del Norte, bloquearon momentáneamente el libramiento, a la altura de la 4ª Oriente, para exigir un puente peatonal y evitar más accidentes, como la tragedia del pasado viernes.
Los carteles decían: "Mi kinder está de luto, falta una mamá. Ni un muerto más. Soy niño, no debo morir atropellado, urge puente. Mírame, estoy pequeño para quedarme sin mamá. Basta ya de tantas muertes en el Libramiento", entre otras frases alusivas a las tragedias.
La manifestación duró más de media hora sobre los dos carriles que van hacia el poniente de la ciudad, donde por lo menos 250 personas se concentraron para interrumpir el tráfico vehicular y hacer presión a las autoridades que desde hace una década rehúsan solucionar el problema.
Con actitud prepotente y sin señales de sensibilidad, Eduardo de León Castillejo, secretario de Desarrollo Social de Tuxtla Gutiérrez, en compañía de Miguel Nacamura Villa, director de Participación Ciudadana, intentó primeramente disipar el movimiento y reordenar el tráfico vehicular; sin embargo, sólo logró efervescencia.
En medio de ese barullo, Guadalupe Molina, maestra del Jardín de Niños "Alberto Chanona", ubicado a unos metros de ahí, lamentó que "las autoridades se gastan los recursos en mil cosas y no en un puente peatonal donde hay una escuela, un kinder, una primaria, nos rodea la escuela de Síndrome de Down, el Mercado del Norte, miles de estudiantes que bajan de colectivos al otro lado de la acera y los habitantes de la zona".
Recordó que el viernes 14 de octubre fue atropellada una madre de familia, quien dejó dos niñas huérfanas, motivo por el cual los demás padres de familia se indignaron y se solidarizaron para mover la gente al libramiento.
Denunció que han metido solicitudes al Ayuntamiento capitalino desde que estaba "Juan Sabines, luego con Chachita Pariente y ahora con Yassir Vázquez, donde nada más lo firman y nunca nos dan una respuesta", razón por la que solicitó respetuosamente un puente peatonal que evite más tragedias y beneficie a miles.
Veinte minutos más tarde, los manifestantes dejaron libre la vía central y se concentraron en la lateral, donde Rosa Elvira Díaz Villatoro, una madre de familia, admitió que era la primera vez que protestaban, pero advirtió que lo harían las veces que fuera necesario hasta que las autoridades los escuchen.
"El kinder está de luto, necesitamos que el gobierno nos escuche y nos tome en cuenta", porque la víctima fue una madre de familia que dejó dos niños y bien pudo haber sido ella, reflexionó ante una videocámara de televisión local, al tiempo de revelar que con éste suman más de quince accidentes.
Mientras esto ocurría en un lado, por otro -en medio de la muchedumbre- Eduardo de León, titular de la Secretaría de Desarrollo Social de Tuxtla Gutiérrez, aún con la poca paciencia que le quedaba, dijo: "Se lo han pedido a don Enoch (Araujo), a doña Vicki (Rincón), a don Paco (Rojas); nosotros llevamos nueve meses en la administración."
Interrumpido a veces por la habladuría general, De León explicó que "los recursos tienen su manera de ejecución; yo les aseguro, y no quiero mentir, yo les pido, a partir del día de hoy... en un mes está parado aquí el puente".

"¡Señoras!... ¿están escuchando?", intervino una madre, "¡grábenlo!".

"¡Grábenlo!", aceptó prepotente el funcionario y agregó, "yo no vengo a mentir, no me espantan, yo se los digo y lo sostengo".

Entre la multitud, terció un padre de familia, "cuando el señor Yassir (Vázquez, presidente municipal) empezó con su mandato, nosotros lo encontramos cuando estaban pintando en el centro, le pedimos el puente y hasta ahorita es la fecha en que no se ha venido a parar... ¿usted cree que eso no causa molestia?"

"¡Claro!", repuso de León.

"¡Claro!, es una burla", completó el denunciante.

Sólo una señora se acercó para decir que Eduardo de León Castillejos la había apoyado en una obra en su calle. "El licenciado (Eduardo) tal fecha dijo y lo cumplió, y ahorita estamos esperando otras cosas más y también igual."
Al escuchar esto, otra mamá lamentó; "nosotros hemos pedido audiencia con él (Eduardo) y nunca nos ha atendido, nos han cerrado las puertas, junto con la jefa de sector, pero como no nos hacen caso tenemos que buscar otra vía".
"Desde las ocho de la mañana, Reina, no me conoces de ahorita, yo entiendo tu molestia, y trabajas para nosotros, para municipio", insistió De León a Reineira González García, presidenta de la Asamblea de Barrio Sector 1631, quien apenas intentaba tomar la palabra.
"Con todo respeto", dijo un hombre a De León, "trabaja para la población, no para ustedes, es un servidor público y punto".

"Trabaja para municipio al servicio de la población", aclaró el funcionario.

Al ver que no se llegaba a ningún arreglo y tampoco desalojaban el carril lateral, Miguel Nacamura Villa, director de Participación Ciudadana, propuso: "A nosotros nos toca priorizar la obra, en un mes está el puente... empecemos una minuta... a nosotros como municipio nos toca priorizar la obra."
Eduardo de León suplicó nuevamente que le dieran un mes a partir de ayer para que el puente quede listo, "no dentro de un mes voy a empezar a trabajar, no, dame este mes, para que este mes se empiece a trabajar con los pilares, porque la armazón viene y se pone", aseguró.
"Armemos una comisión para los que quieran ir a la oficina a firmar la minuta, un mes, los trámites ya están, no es el único puente, son 25 puentes que se van a instalar en la ciudad, pero todo es un trámite... ya estamos pasando los últimos", añadió.

"Que sea real o van a esperar que siga muriendo más gente, porque no tenemos cómo cruzar, es por necesidad... Ya muerto el niño queremos tapar el pozo, necesitamos una respuesta urgente", advirtió otra ama de casa.
"A veces nos lleva 15 minutos esperando a que dejen de pasar los carros; si no hay solución seguiremos bloqueando. Ya todos saben que aquí hay muchas crucecitas", comentó otra dama, al tiempo en que se disolvía la manifestación y señalaba hacia las cruces de los muertos.

Fuera de la zona de peligro de ser atropellados, José Luis Echeverría Escobar, subsecretario de Gobierno del área metropolitana, prometió un apoyo económico al viudo Juan Antonio de la Cruz Morales. Ante la mirada y los oídos de varias amas de casa, el funcionario le dijo que pasara hoy al mediodía.
Los padres presentes estuvieron de acuerdo, incluso por él (Juan Antonio) y su familia, así como por la seguridad de todos los peatones, se hizo el bloqueo, le expresaron, al tiempo en que agradecieron al funcionario.

Más tarde, en el Jardín de Niños "Alberto Chanona", los ciudadanos y los funcionarios mencionados y otros más, firmaron una minuta destacando el plazo de 30 días para que el puente esté completamente terminado, la disponibilidad de agentes de Tránsito y de la Secretaría de Desarrollo Social en el libramiento para vigilar el paso de los niños a la hora de entrada y salida a la escuela, así como una patrulla de vialidad que vigile esa zona del libramiento, entre otros puntos.

Hoy lunes 19 de diciembre de 2011, las madres de familia, los niños y vecinos, continúan "toreando los vehículos".

Venció el plazo y todo sigue igual.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Obrero, "piernas de hierro"


Por Rafael Espinosa:
(Agosto 2010)
Al final de un largo pasillo, en la habitación 109 del Sanatorio Rojas, está hospitalizado Edmundo de León de León, el hombre de "las piernas de hierro", el mismo que estuvo prensado entre los engranes de una máquina durante 45 minutos, en una constructora de Tuxtla Gutiérrez.
Por regla general en el sanatorio existe silencio, se respira tranquilidad y se siente fresco, sólo algunas enfermeras se cruzan en el pasillo. En un balcón, al final del corredor del primer piso del edificio, está un amigo de Edmundo recostado en una banca con vista a una privada de piedra.
Al cuestionarlo, se sienta acomodándose los cabellos y rehúsa hablar de la salud de Edmundo, dice algo con cierta reserva, se nota en su rostro los desvelos por el tiempo vertido al estar pendiente de su amigo e indica que hable con su familia que está dentro de la recámara, a unos metros de ahí.
El reportero toca quedamente y luego gira el pomo de la puerta del cuarto 109, se asoma y se presenta oficialmente ante el hombre convaleciente y las cuatro personas que están a su alrededor; su esposa, dos amigos más y uno de sus hijos.
Autorizan el paso al periodista y comienza una charla alusiva al percance laboral, aunque al principio se desarrolla con un poco de desconfianza notoria en sus expresiones, pero después la plática fluye como un arroyo y se vuelve familiar.
Es una habitación del tamaño necesario para el paciente y unos cuantos familiares; con un televisor de pantalla plana empotrada a la pared y una banca con cojines forrados de plástico. Los parientes de Edmundo están sentados. La cortina de la ventana de cristal claro permite la entrada de la luz solar de la una y media de la tarde.
Por indicación médica, una lámpara móvil mantiene cálidas las piernas vendadas de Edmundo. Él tiene ocho hijos, pero aparentemente sólo están dos y el resto se quedó en Bochil, donde tiene su domicilio.
Edmundo, de oficio mecánico industrial, sostiene una conversación serena que asienta bien con el ambiente del edificio. A sus 57 años, cuenta que sus piernas inquebrantables han sufrido varios accidentes fatales, contando el que le ocurrió el pasado miércoles.
La primera vez fue hace 34 años, cuando en horas de trabajo cayó de las estructuras de un edificio en construcción. Hace tres décadas se precipitó en un barranco cuando manejaba un tractor. Una vez un amigo lo llevaría a su casa en una motocicleta, sin embargo, durante el trayecto, por azares del destino, se rebanó el talón. No recuerda bien de dos accidentes más que también son dignos de hacer mención sin ser tan específicos.
Actualmente trabaja en una planta de mezcla asfáltica llamada "ALZ", donde sufrió este último percance. Su patrón se hace cargo de los gastos médicos, incluso ofreció a su familia que se hospedara en un hotel, no obstante, su esposa y sus hijos se negaron. Están ahí, al borde de la cama, "para estar pendientes de él", intervino la esposa de Edmundo con un gesto de agradecimiento.
La entrevista se mantiene lineal, salvo cuando el cuarto se llenó de risas al cuestionar a Edmundo sobre el número de hijos en su familia.

"Tengo ocho", comenta.

"Son una familia grande", repone el comunicador.

"También somos una constructora", suelta con chanza, en alusión a la empresa donde se accidentó.

De pronto su expresión cambia con las punzadas de dolor en sus piernas. Su esposa se levanta de donde está sentada. Edmundo pide a su mujer una enfermera, aunque sin tanta urgencia, al tiempo en que se acomoda sobre la cama. Los demás quedan sentados, inevitablemente sin dejar de ver al paciente que se queja en momentos.
El día que ingresó al sanatorio, cinco médicos lo intervinieron e hicieron lo que la ciencia alcanza. Enmendaron venas, arterias, huesos y otras articulaciones, y le salvaron la pierna derecha que era la más grave.

"Es un milagro, una obra de Dios, tener mis piernas conmigo", dice y mira sus extremidades.

Al parecer los dolores se esfuman, pero vuelven esporádicamente.
Después de algunos espacios de silencio sin que nadie hilara la plática por los leves lamentos de Edmundo, el reportero se despide respetuosamente y cierra la puerta al salir. La señora queda atenta de su esposo y un poco preocupada por los dolores de su marido. El resto del grupo queda ahí.
Al pie de la habitación 109, sobre el pasillo, el periodista topa a otro de los hijos de Edmundo. Charlan escuetamente sobre el percance de trabajo de su padre.

"A Dios gracias, le salvaron las piernas", agradece el muchacho.

El reportero se despide y vuelve por donde vino.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Asesinan a una ingeniero en autohotel "La Isla"


Rafael Espinosa:
(Junio de 2011)
La mujer de 40 años salió de prisa de su trabajo, alrededor de las tres de la tarde del lunes, incluso dejó encendida la computadora de su oficina. Horas después estaba muerta en el autohotel "La Isla" al poniente de la capital, con golpes corporales y con las manos atadas sobre su espalda, informaron fuentes oficiales.
El autor del crimen y su víctima ocuparon la habitación 28 en un contrato de 24 horas. La noche de ese lunes, la madrugada y mañana del martes, fue buscada por sus familiares, especialmente por su cónyuge con quien procreó un hijo.
No hubo noticias sino después de la cuatro de la tarde del martes, cuando personal del hotel avisaría a la pareja que el tiempo de la renta había terminado. Pero nadie abrió.
La mujer estaba bocabajo sobre el piso de la habitación, con hematomas en las costillas, tenía al parecer una toalla liada a la cabeza y las manos amarradas sobre la espalda. Su vehículo estaba en el estacionamiento de La Isla, dijeron las fuentes.
La dama aparentemente fue asesinada la noche del lunes o la madrugada del martes. A la hora del hallazgo el cuerpo apenas despedía un olor desagradable y tardó en descomponerse porque el sujeto dejó encendido el aire acondicionado.
El homicida huyó en un taxi entre los lentes de las supuestas cámaras de seguridad de la entrada al hospedaje, agregaron.
El taxista hizo el servicio normal y dejó al cliente en un centro comercial, de acuerdo con la investigación.
La señora fue velada en una de las funerarias más lujosas de la capital.
Se supo después que la víctima era la ingeniero Irma de los Ángeles Jiménez Martínez, egresada de la Universidad de Autónoma de Chiapas, quien murió a causa de múltiples golpes corporales y fue hallada en el interior del autohotel "La Isla".
Hacía cuatro meses y una semana que se había agregado a una comunidad de ingenieros en línea, donde expresó a sus colegas que también era Coordinadora de la Comisión de Equidad de Género del Colegio de Ingeniero Civiles de Chiapas AC, según el portal comunidad.ingenet.com.mx

Comunicado
Tuxtla Gutiérrez.- La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), dio a conocer que en menos de siete días agentes de la Fiscalía Especial de Investigación del Delito de Homicidio esclarecieron el crimen de Irma de los Ángeles Jiménez Martínez, logrando la detención del homicida confeso Jesús Antonio Ruiz Velázquez.
La tarde del martes 21 de junio, cuerpos de seguridad atendieron la llamada de auxilio de los trabajadores de un hotel ubicado al poniente de la ciudad, quienes minutos antes hallaron el cuerpo sin vida de una mujer al interior de la habitación número 28.
Al ingresar, el agente del Ministerio Público dio fe del cuerpo sin vida de una mujer de alrededor de 40 años de edad, de quien posteriormente se supo respondía al nombre de Irma de los Ángeles Jiménez Martínez.
De acuerdo a los resultados entregados por la Dirección General de Servicios Periciales de la Procuraduría estatal, la muerte fue producto de un shock neurogénico, derivado de una hemorragia aguda en la cabeza provocada por severos golpes, lo que afectó las capas meníngeas, masa encefálica y tallo cerebral.
Además, el cuerpo presentaba lesiones  en la frente, pómulos y boca, fractura en la nariz y mandíbula, y 12 lesiones en el cuello.
Tras el hallazgo, el Ministerio Público de la Fiscalía Especial de Investigación del Delito de Homicidio de la PGJE dio inicio a la averiguación previa número 218/CAJ6-1/2011.
En el marco de las pesquisas, se llevó a cabo el análisis de los indicios encontrados en el lugar de los hechos y resultado del trabajo de inteligencia se logró la ubicación del presunto homicida.
Cabe destacar que, desde el inicio de las diligencias el área de Servicios Periciales realizó un retrato hablado del prófugo, lo que permitió su reconocimiento por parte de uno de los testigos.
Continuando con las investigaciones, en las últimas horas elementos de la Policía Especializada de la Procuraduría General de Justicia del Estado lograron la detención de Jesús Antonio Ruiz Velázquez (de 24 años), cuando trataba de escapar de la acción de la justicia, permaneciendo escondido al interior de un inmueble ubicado en el municipio de Villa Comaltitlán.
Tras su detención fue custodiado durante su traslado a Tuxtla Gutiérrez y presentado ante el Ministerio Público investigador.
En su declaración ministerial, Ruiz Velázquez confesó haber perpetrado el homicidio de Irma de los Ángeles Jiménez Martínez y describió paso a paso cómo llevó a cabo el crimen.
En un primer punto, declaró que viajó junto a su esposa e hijo a la capital del estado, hospedándose en un hotel del centro de la ciudad el domingo 19 de junio.
Inmediatamente acudió a una tienda de autoservicios donde adquirió un teléfono celular con número de Tuxtla Gutiérrez, desde donde le envío diversos mensajes de texto a su víctima.
Después de llamarle, acordaron verse al día siguiente.
La cita era a las tres de la tarde del lunes 20 de junio a las afueras de una tienda comercial ubicada al poniente de la ciudad, de donde se trasladaron hacia el auto hotel “La Isla”.
En su relato, sostuvo que guardaba mucho resentimiento y coraje en contra de la víctima, por lo que deseaba deshacerse de ella.
“Yo estaba muy molesto con ella, por lo que había planeado matarla”, enfatizó en su declaración.
El delincuente describió que golpeó con su puño a la víctima, provocándole lesiones severas en el rostro, brazos, cuello y diversas partes del cuerpo.
Fríamente, el homicida reveló  que la golpeó en continuas ocasiones hasta privarla de la vida.
Según su propia versión, tras cometer el crimen solicitó a la recepción del hotel la ampliación de su estancia en la habitación, pasando de ocho a 24 horas.
Más tarde, alrededor de las ocho de la noche solicitó el servicio de un taxi, el cual lo trasladó a la misma tienda comercial en donde horas antes se había citado con la víctima.
Ahí, tomó otro transporte público y se trasladó al centro de la ciudad en donde recogió a su esposa e hijo para luego abordar un autobús que los llevaría al municipio de Escuintla donde permaneció por espacio de varias horas.
Señaló que para evitar ser aprehendido por las autoridades se ocultó en la localidad de Villa Comaltitlán, donde se encontraba al momento de su detención.
En las próximas horas, la Procuraduría General de Justicia del Estado resolverá en estricto apego a derecho la situación jurídica de  Jesús Antonio Ruiz Velázquez.
Cabe destacar que, por este delito podría alcanzar una pena de hasta 50 años de prisión.
Sobresale que en el año 2010, este sujeto fue recluido en el penal de Tapachula por el delito de Violencia Familiar, luego de haber golpeado en diversas ocasiones a su esposa; además, meses atrás estuvo involucrado en un enfrentamiento en el que resultó lesionado junto a su hermano por proyectil de arma de fuego, por hechos ocurridos en una localidad de Guatemala.
Con estas acciones, la Procuraduría General de Justicia del Estado refrenda su compromiso con el ejercicio de una justicia real, pronta y expedita; y hace patente, una vez más, la máxima de velar por la legalidad y el Estado de Derecho, sin distingo ni consigna alguna.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Chef mutila y entierra a su esposa


Por Rafael Espinosa:
(2010)
Una joven fue asesinada, mutilada, y sus restos fueron embutidos en un tinaco que fue enterrado por su pareja en el traspatio de la casa, en la Colonia Las Granjas de Tuxtla Gutiérrez. Florencia Pérez Pérez supuestamente quería separarse de su pareja, Carlos Iván Velásquez Cruz, con quien habían procreado un niño que apenas tiene dos años de edad. Ella pretendía llevarse a su hijo.
El joven de unos 24 años, empleado del restaurante "AppleBees", rehusaba desintegrar la relación, mucho menos aceptaba que su mujer se llevara a su niño. 
El cocinero planeó metódicamente el asesinato de su esposa, bajo el techo de una vivienda popular en la manzana 206, lote 02, en la Calle Quinta Roo y Avenida Campeche de la Colonia Las Granjas, la noche del 18 de febrero, de acuerdo con investigaciones policiales.
Carlos Iván aprovechó que su víctima estaba dormida, tomó una almohada y la asfixió, a pesar de que ella se resistía a la muerte. En la misma habitación dormía el infante, dijo la Policía.
Durante esa noche y los días consecutivos al homicidio, el victimario no pudo dormir. Inventó con sus conocidos que su cónyuge había partido, incluso, dijo la fuente, osó reportar la desaparición ante las autoridades.
Al día siguiente, el hombre buscó la manera de desaparecer el cadáver. Consiguió un tinaco de plástico, bolsas de cemento y calhidra. Cortó las piernas de Florencia y metió el cuerpo mutilado en el recipiente para después dejarle caer el material para construcción.
Inmediatamente consiguió herramientas para cavar y abrió un agujero en una de las esquinas del traspatio de varios metros de profundidad.
El domicilio de Carlos Iván colinda con el de su madre, Ana María Cruz Cortez, donde vivía también su hermana Susan Yuridia. Mientras se dedicaba a su horrenda tarea, encargó a su hijo con ellas, dijo al Policía después de una intensa investigación meses más tarde.
El sujeto arrastró el recipiente, lo dejó caer en el orificio y lo tapó con la misma tierra que había sacado. Pasaron días y noches sin que pudiera dormir placenteramente, confesó Carlos Iván ante las autoridades.
Relacionado a la desaparición de la mujer o al presunto abandono de hogar, las autoridades integraron la averiguación previa 225/UEDSYVF1/2010, en la Unidad Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Familiar.
Las pesquisas y el proceso jurídico continuaron lentamente.
90 días más tarde, la Policía Ministerial recibió la orden de cateo número 38/2010, oficio 287-B/2010, que se haría en el domicilio, con el objetivo de acompañar a los peritos de la dependencia y buscar indicios, así como entrevistar a la familia, entre otras diligencias.
A las siete de la mañana del 24 de abril, dos meses después, llegó personal de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).
Siempre existió una ligera sospecha del marido, recordó la Policía.
Cada oficial hizo lo que tenía que hacer, salvo los policías investigadores que se enfocaron en entrevistar a Carlos Iván, y a su familia que vivía al lado.
Cada uno se ocupó de los integrantes de la familia en sitios separados, pero dentro del mismo domicilio. El cocinero narró extensamente lo sucedido, excepto el crimen. Los agentes escucharon atentamente estudiando la mirada, los gestos, las expresiones corporales, entre otros movimientos de suma importancia en una entrevista policial.
Durante la entrevista ponían en práctica los cursos criminalísticos que habían recibidio durante su trayectoria como agente, el cual consiste en dejar que los testigos y victimarios hablen hasta el cansancio. 
Había fragmentos increíbles en la narración y en ocasiones los policías hacían un ligero paréntesis para preguntar serenamente, sin mostrar alteración por algún dato y al final aplicaron un cuestionario particular a Carlos Iván, de acuerdo con las declaraciones que habían escuchado. 
Al principio, el cocinero contestó sin empacho; no obstante, los uniformados apretaron tuercas con preguntas directas, de tal modo que Carlos Iván comenzó a titubear. Se contradecía y fue cayendo en forma de espiral hasta terminar en el ojo del huracán, comentaron los uniformados.
Al verse encerrado en su retórica, Carlos Iván confió en un policía, le contó en un susurro que él había matado a su esposa, pero le advirtió que no dijera nada a su madre.
Durante su declaración, grabada con una videocámara, mostró un semblante contrito y confesó que las noches consecutivas al crimen, no había gozado de un sueño profundo por el sentimiento de culpa.
La Policía había sentido un olor fétido que provenía del traspatio e inmediatamente procedieron a escarbar en una de las esquinas del terreno hasta localizar el cadáver, pues Carlos Iván había confesado el crimen, pero no había hablado sobre el paradero del cuerpo. 
Carlos Iván Velásquez Cruz, su madre Ana María Cruz Cortez y su hermana Susan Yuridia, quedaron arrestados al momento para luego llevarlos a un arraigo.
Las mujeres presuntamente sabían del homicidio, porque los terrenos están divididos por un corral y existe la posibilidad de que hayan visto a Carlos Iván cavar el agujero, enfatizó la Policía.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Persecución de supuestos bandidos


Por Rafael Espinosa:
Después de una llamada anónima, agentes de la Policía persiguieron y detuvieron a tres presuntos delincuentes, además aseguraron dos automóviles y aparatos electrónicos, la tarde de ayer al suroriente de la capital.
En el reporte —registrado alrededor de las 13:20 horas— denunciaron un coche Spirit gris con hombres armados a bordo, el cual rondaba en la colonia Colexquizán, en la zona del Libramiento Sur y Carretera A Villaflores.
El auto fue ubicado en el Libramiento Sur, a la altura de la Calzada Cerro Hueco, a dos unos dos kilómetros del epicentro de donde salió la denuncia.
Los bandidos se detuvieron en la bocacalle de la Avenida El Palmar de la colonia Colonial y Libramiento Sur, donde dos fueron arrestados y uno más logró darse a la fuga.
En la cabina del auto con matrícula DRH-4669, a nombre de Oscar Santiago Culebro, la Policía halló cinco desarmadores, una gorra, una botella de cerveza vacía, un cuchillo de carnicero y una lima para afilar, entre otras cosas. 
En la cajuela transportaban una televisión de pantalla plana de “42 pulgadas”, un reproductor de videjuegos, una computadora portátil, entre otros objetos, y dentro de una funda de almohada había una par de botas vaqueras, un control remoto parecido al de una TV.
Durante la emboscada, una patrulla ingresó a la Avenida El Palmar topándose con un Jetta, cuyo chofer al notar la presencia de la Policía se desplazó de reversa más de 40 metros hasta quedar sobre el corral de un terreno baldío, propiedad de Samuel Díaz. 
Los tripulantes del Jetta con placas SBF-6904 del estado de Nuevo León, huyeron; sin embargo, un sujeto que —minutos más tarde del accidente— se asomó a la escena fue detenido por sospechoso.
Sobre el asiento del copiloto había unos documentos y una cajita de plástico transparente con un número incalculable de llaves; unos dijeron que eran de carro y otros que de casa. 
Hubo incertidumbre sobre la versión de si hubo disparos.
Más tarde, la Policía utilizó perros rastreadores y pistolas moleculares sofisticadas para saber si alguno se había ocultado cerca o habían lanzado algún arma hacia la maleza, pues en los vehículos sólo se hallaron armas blancas.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tragedia en las vísperas de una boda


Por Rafael Espinosa:
(Febrero 2011)
En las vísperas de un amor comprometido, el joven Alejandro Rodríguez Gómez involuntariamente se inmiscuyó en una tragedia que no olvidará el resto de sus días, con una muchacha, ahora muerta, que no era su novia.
A sus 19 años, la situación jurídica del estudiante de quinto semestre de la carrera técnica en Informática del Conalep, Chiapa de Corzo, es incierta, así como la descompostura emocional de su familia a consecuencia del caso.
El jueves por la mañana que salió de su domicilio en la Colonia El Refugio, Chiapa de Corzo, iba con la encomienda de comprar arroz y otros alimentos necesarios que servirían en manteles largos a los invitados de su boda.
Después de dos años de relación sentimental, Alejandro había hecho el compromiso de contraer nupcias al siguiente día, viernes, con Sindy Janeth Muñoa Sánchez, de 18, una joven delgada, de cabellos rubios y mirada triste, quien el próximo 20 de febrero cumplirá tres meses de gestación.
Sin embargo, ese jueves en la mañana se topó con Maideli Chávez Nolasco, de 17, una amiga de hace dos años, del asentamiento Pedregal San Ángel que confina con su colonia y con quien casi nunca los vieron juntos, salvo en raras ocasiones como ésta.
En la plática, ella decidió acompañarlo a Chiapa de Corzo, a cinco minutos de ahí, donde él cumpliría el encargo de comprar los ingredientes de la comida para su bodorrio y unas medicinas contra el dolor de su futura esposa.
Después de las adquisiciones enlistadas y de un trámite escolar que también haría, Alejandro y Maideli compraron una botella de alcohol que ambos consumieron en el curso del mandado.
Seguramente tomaron el camión de regreso a El refugio, no obstante, bajo el ferviente calor corporal por el efecto etílico resolvieron comprar otro frasco de bebida en la entrada de la colonia, incluso se sentaron en una caseta que algún día fue de vigilancia y que actualmente funciona como parada del transporte público.
Para ese entonces el reloj frisaba las cinco de la tarde y la familia de Alejandro comenzaba a preocuparse.
Caminaron titubeantes por el efecto etílico hacia el puente “Belisario Domínguez” que conecta Chiapa de Corzo y Tuxtla Gutiérrez, se introdujeron en la maleza, sobre peñascos, riscos, bejucos, árboles muertos, a la vera del río Grijalva del Cañón de Sumidero.
Antes de su muerte y en medio de aquella vegetación selvática, Maideli repetía constantemente sus problemas familiares, se quejaba con Alejandro que su padrastro no la quería, inclusive atribuyó que sus frecuentes encuentros con el alcohol obedecían precisamente a la decadencia familiar que vivía.

“Se sentía triste”, dijo Guadalupe Gómez Sánchez, madre de Alejandro, de acuerdo con lo que le contó su hijo en los separos de la Policía.

El joven estudiante y mesero los fines de semana de un restaurante del embarcadero Cahuaré, en Chiapa de Corzo, cuyo patrón confía en él por sus buenos modales, contó a su madre que Maideli se quitó la ropa poco a poco y lo sedujo con movimientos eróticos hasta que ambos quedaron desnudos.
Por consentimiento mutuo decidieron ocultarse entre acantilados, al bordo del precipicio, cuyo fondo es una ligera playa del río Grijalva, ensombrecidos por árboles secos y verdes.
Ni siquiera Alejandro sabía qué hacían ahí, en un sitio tan extremo e inestable, pues prácticamente sus actuaciones eran conducidas por el aturdimiento a consecuencia del alcohol.
Bastó un resbalón para que Maideli, completamente desnuda, cayera al vacío enredándose entre ramas, rocas, y terminara tendida -unos treinta metros abajo- sobre una peña y con el brazo derecho mutilado. El frío atardecer quedó en silencio después de los crujidos de las ramas y el golpe seco, continuó la señora.
Alejandro, sin dar crédito a lo que había ocurrido, corrió entre veredas hasta dar con el cuerpo de su vieja amiga. La abrazó e intentó rescatarla, pero “el peso de un muerto es mayor que el de un vivo”, dijo más tarde.
Salió a prisa de la sima, se puso el suéter sin su playera y corrió hacia la carretera, a unos cincuenta metros de la tragedia.
Enfrascado en su desesperación pidió ayuda a los mecánicos de un taller, pero éstos, conscientes de la magnitud del problema, rehusaron meterse en líos. Continuó y platicó con un feligrés conocido suyo, quien le dio consejos descabellados.

"Huyé", le sugirió.

Enteramente confundido, resolvió llegar hasta el final reflexionando que él mismo habría de dar la trágica noticia a los padres de Maideli, contó la mamá de Alejandro.
Alejandro condujo a los papás hasta el cadáver de la joven, donde él fue detenido por la Policía. Relató que se lo llevaron a un lugar desconocido para después terminar en las celdas de la Cárcel Preventiva de Chiapa de Corzo.
Ayer a las dos y media de la tarde, Guadalupe Gómez Sánchez, de 45 años, madre de Alejandro, estaba sentada en una silla junto al comedor de su casa, con una pena y una incertidumbre que se reflejaban en su rostro. Su sala apenas era alumbrada por los rayos del sol que penetraban a través de la ventana entornada.
En esa misma casa modesta, dividida en varias habitaciones con paredes rústicas, se hallaba de casualidad Sindy Janeth Muñoa Sánchez, futura esposa de Alejandro, quien -a pesar de que no se le nota el pronunciamiento de su barriga- el próximo 20 de febrero cumplirá tres meses de embarazo.
Sindy narró que impetuosamente desarmó los preparativos de la boda y canceló las invitaciones entregadas, sin que dañara un ápice la confianza que le tiene a Alejandro, pues mantiene en pie casarse con él por la simple convicción de que él es inocente.
La familia vive momentos de incertidumbre como la situación jurídica de Alejandro, pues hasta la tarde de ayer seguía en la Cárcel Preventiva, donde en una visita, al mediodía, los custodios negaron al representante de este medio hablar con él.
Al atardecer de este domingo salió de la cárcel sólo para la reconstrucción de los hechos, con una esposa que compartía con la muñeca de un policía local. Asistieron el Fiscal del Ministerio Público, peritos especializados y agentes de la Policía local. Ahí se comprobó la altura de la sima, el recorrido que hicieron Maideli y Alejandro, así como el peligro que ambos corrían.
La familia pidió a las autoridades que agilicen los trámites ministeriales, pues aseguró que Alejandro -el de en medio de tres hermanos- es inocente.

“Fue un accidente, incluso él mismo informó de la tragedia a los padres de Maideli”, puntualizó su madre, al borde del llanto.

martes, 6 de diciembre de 2011

El crimen de Eneyda


Por Rafael Espinosa:
(Mayo 2010)

Una noche antes de su muerte estuvo con su expareja y sus amigos en un bar y luego en una discoteca de la capital de Chiapas, al sureste de México. La joven de 28 años, madre de una bebé, fue hallada semidesnuda, muerta y con huellas de tortura dentro del tinaco de la casa que rentaba.

Eneyda Guadalupe Gutiérrez Vázquez era una mujer baja de estatura, de complexión delgada, cabello castaño, lacio y corto, de tez blanca y ojos color miel. Tenía carácter sencillo y jamás se supo que estuviera involucrada en problemas de ninguna índole.

La noche del viernes, la empleada del Instituto Chiapas Solidario salió con su expareja Noé Sánchez Vázquez, de 26 años, y los compañeros de trabajo de ambos.
Estuvieron en el bar denominado "Crudalia" y después en la discoteca "Chamobeer" de esta capital.

Después del convivio, llegaron juntos alrededor de las tres de la madrugada del sábado al domicilio de ella, situado en la Calle Santa María, entre las avenidas 16 de Septiembre y 5 de Mayo, número 655 de la Colonia Bienestar Social, dijeron fuentes oficiales.

Noé y Eneyda sostenían una relación sentimental, incluso llegaron a vivir en unión libre y durante ese lapso procrearon a una niña que ese mayo tenía un año de edad.

Sin embargo, Eneyda renunció a la relación porque Noé consumía estupefacientes, además de ser muy celoso y violento, comentaron sus conocidos.

Contaron que un día Eneyda dejó a su hija con Noé en la casa, mientras ella se fue al trabajo. Al regresar encontró a su bebé en un cuarto y él estaba en otra habitación presuntamente bajo los efectos de alguna droga, puesto que después de verlo sus comportamientos eran tan extraños y tenía la memoria vaga.

En esa ocasión Noé estaba tan mareado que no reconoció a Eneyda. Incluso, estaba acompañado de una mujer. Este fue el motivo por el cual Emeyda terminó la relación marital, agregaron las fuentes.

Después de este disgusto, ambos se veían a menudo por la hija que aún tenían en común. Ella, en contra de su voluntad, permitía que viera a su hija.

De acuerdo con la Policía, Noé confesó haber convencido a Eneyda para que, en compañía de los amigos de ambos, salieran esa noche. Sin embargo, después de compartir con los amigos en los bares mencionados, Noé se quedó a dormir en casa de ella y el sábado a las ocho de la mañana se despidió para asistir a su trabajo.

Eneyda, quien trabajaba en la misma dependencia de gobierno que él, se quedó planchando su ropa porque ese sábado entraría más tarde, a las diez de la mañana, dos horas después que Noé.


Cerca de la seis de la tarde de ese mismo día, contó la Policía, Noé llegó al domicilio, acompañado de su prima Magdalena Fabiola Maza. Los dos ingresaron a la vivienda y él se percató que las cosas y los muebles estaban desordenados.

Uno de ellos pidió una patrulla al número emergencia 066. La unidad llegó en minutos porque estaba a unas cuadras de la zona. Noé reportó un posible robo al encontrar las cosas fuera de su lugar, incluso un reproductor de películas DVD estaba cerca de la puerta principal, presumiendo que los ladrones no se lo habían podido llevar.

Después de observar detenidamente la casa, Noé, en compañía de su prima, condujo a los agentes a la azotea de la segunda planta. Los policías se percataron que el hombre hablaba del robo, pero no mencionaba a Eneyda.

Sospecharon también que el recorrido de los muchachos parecía muy premeditado, de tal modo que Magdalena husmeó al borde de la azotea para luego dirigirse al tinaco.

En el mismo instante en que abrió al tapa del recipiente, Magdalena vio el cuerpo de Eneyda flotando en el agua. Aterrorizada por la imagen, gritó ante la presencia de los uniformados.

Noé se hizo del sorprendido al notar que su ex pareja estaba dentro del tinaco, con ropa interior y una blusa corta.

El cuerpo presentaba huellas evidentes de tortura, particularmente en la cara, y dos hematomas muy marcadas en el cuello, como si los dedos índice y pulgar de las manos de alguien hubiesen ejercido presión.

Ya era de noche cuando en calidad de presentados, Noé y Magdalena, fueron llevados a la Procuraduría General de Justicia del Estado para declarar acerca de lo acontecido. En el curso de la declaración quedaron retenidos como sospechosos al caer en contradicciones, por lo que esperararían por lo menos 48 horas para que les resolvieran su situación jurídica.

El coche de Noé, un Chevy, que estaba estacionado en la calle, fue puesto a disposición de las autoridades.

El cuerpo de la joven madre, oriunda de Pueblo Nuevo Solistahucán, fue rescatada del tinaco para después ser llevada a la morgue. Esto ocurrió el ocho de mayo, en las vísperas del Día de las Madres que se celebra el 10.

"Eneyda era una mujer sencilla, tranquila, guapa...", dijeron sus amigos.

Noé tenía la mano derecha hinchada. En un cuestionario que al respecto le hizo la Policía, contestó que le había pegado al tinaco por la impotencia ante la tragedia. El día del hallazgo no derramó una sola lágrima y rehusó ver el cadáver.

Adujo también que se había lastimado el brazo cuando saltó la barda para ingresar a la casa, pues no tenía llave y nadie abrió la puerta después de tocar varias veces.

"Existen muchas contrariedades en la declaración", dijeron los agentes, al tiempo de afirmar que la recién nacida estaba en casa de la abuela paterna.

Fue entonces cuando surgieron muchas dudas entre los agentes y los vecinos.

Después de las tres de la madrugada, cuando la pareja regresó de la velada con sus amigos, pudieron pasar muchas cosas. Los habitantes de la zona se hacían preguntas como, por ejemplo: ¿Qué ocurrió después de las tres de la madrugada? ¿Es cierto que él se fue a trabajar y ella se quedó planchando la ropa?, ¿Qué fueron a hacer Noé y su prima a la casa?, ¿Por qué condujeron directamente a la Policía hasta el lugar del hallazgo?

Los vecinos presumieron que el homicidio pudo haber ocurrido antes del amanecer, porque durante el día jamás vieron a nadie en la azotea, mucho menos a alguien cargando un cuerpo.

La Policía investigadora se dirigió al bar y a la discoteca, donde la pareja y sus amigos estuvieron la noche anterior, para saber si existen grabaciones.

“Hasta el momento al parecer nada hace falta en la casa; podría descartarse el robo”, apuntaron.

Seguimiento

Después de caer en contradicciones, Noé Sáenz Vázquez, de 26 años, confesó haber asesinado a golpes a su expareja y luego la ocultó en el tinaco de la casa que ella rentaba, informaron fuentes oficiales.

De acuerdo con su perfil psicológico, Sáenz Vázquez es un sujeto violento y extremadamente celoso. Se sabe que consumía drogas, aunque los resultados de los exámenes toxicológicos que le hizo la Procuraduría General de Justicia aún estaban por definirse, agregaron las fuentes.

Eneyda Guadalupe Gutiérrez Alvarado, de 28 años, era madre de una niña de un año de edad, procreada durante una efímera relación con Noé. Vivieron en unión libre; sin embargo, el idilio terminó por la vida descocada que se permitía el sujeto.

Durante el tiempo en que estuvieron separados, Eneyda se interesó por otra persona dentro de su mismo centro de trabajo. Esta relación apenas comenzaba, ambos se mandaban mensajes y cartas. Ella había resuelto cambiar de empleo para evitar ver a Noé. Sin embargo, Noé descubrió los mensajes en el teléfono celular y las misivas que ella había recibido.

Fuentes oficiales informaron que a pesar de que la relación había terminado, resolvieron salir juntos con los amigos y regresaron entre las cinco y seis de la madrugada del pasado sábado. Noé discutió con Eneyda por la persona que la había sustituido. Ella negó rotundamente una nueva pareja por temor a la violenta reacción de él; sin embargo, Noé argumentaba haber encontrado cartas y mensajes en el teléfono.

En su declaración, Noé confesó haberla golpeado salvajemente, inclusive la tomó con una mano del cuello y con la otra le dio puñetazos hasta que ella perdió el conocimiento.

"Estaba tomado o drogado", dijo la Policía.
Al verla inconsciente, Noé cargó a la joven y la metió en el tinaco. Después de sumergir el cuerpo en el agua, cerró completamente el recipiente.

Al siguiente día, agregó la Policía, Noé avisó a su madre del crimen que había cometido. Por eso, profundizaron los agentes, su mamá llegó llorando a la Procuraduría General de Justicia del Estado, cuando Noé estaba retenido, porque sabía del crimen que su hijo había consumado.

Las cosas de la casa fueron movidas de su lugar con premeditación para aparentar un robo.

Magdalena Fabiola Maza, prima del homicida, también estaba retenida, pues también sabía del asesinato.

La tarde del hallazgo, Magdalena, enterada de lo que había hecho su primo, lo acompañó a la vivienda. Noé la había convencido para que reportaran un posible robo. Al descubrir el cuerpo, Noé se sentó en la azotea sin derramar una sola lágrima y rehusó ver el cuerpo de su expareja.

En ese momento, la pequeña de un año de edad estaba en casa de la abuela paterna, en la colonia San Cayetano, al norte oriente de la capital de Chiapas, donde Noé vivía con su madre después de la ruptura con Eneyda.

En la reconstrucción de los hechos por parte de la policía, llegaron a la conclusión de que Noé inventó que había abandonado la casa de Eneyda a las ocho de la mañana rumbo al trabajo. Sin embargo, agregaron los agentes, no fue al trabajo, fue a ver a su hija a casa de su madre, luego a su prima, arrepentido de lo que habia hecho y tratando de tramar una historia que a nadie convenció.

Eneyda era una joven egresada de la Universidad Autónoma de Chiapas, trabajó en el área de monitoreo del departamento de Comunicación Social de la Procuraduría General de Justicia del Estado, en Palacio de Gobierno y actualmente prestaba sus servicios en el área de difusión del Instituto Chiapas Solidario.

Viajó a la capital con el objetivo de trabajar y estudiar. Así logró matricularse en la carrera de Ciencias de la Comunicación. A decir de sus amigos, Eneyda era una mujer tranquila, sencilla, guapa y trabajadora.

Su cuerpo fue llevado a su municipio natal, Pueblo Nuevo Solistahuacán, a unas dos horas de la capital.