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viernes, 9 de diciembre de 2011

Chef mutila y entierra a su esposa


Por Rafael Espinosa:
(2010)
Una joven fue asesinada, mutilada, y sus restos fueron embutidos en un tinaco que fue enterrado por su pareja en el traspatio de la casa, en la Colonia Las Granjas de Tuxtla Gutiérrez. Florencia Pérez Pérez supuestamente quería separarse de su pareja, Carlos Iván Velásquez Cruz, con quien habían procreado un niño que apenas tiene dos años de edad. Ella pretendía llevarse a su hijo.
El joven de unos 24 años, empleado del restaurante "AppleBees", rehusaba desintegrar la relación, mucho menos aceptaba que su mujer se llevara a su niño. 
El cocinero planeó metódicamente el asesinato de su esposa, bajo el techo de una vivienda popular en la manzana 206, lote 02, en la Calle Quinta Roo y Avenida Campeche de la Colonia Las Granjas, la noche del 18 de febrero, de acuerdo con investigaciones policiales.
Carlos Iván aprovechó que su víctima estaba dormida, tomó una almohada y la asfixió, a pesar de que ella se resistía a la muerte. En la misma habitación dormía el infante, dijo la Policía.
Durante esa noche y los días consecutivos al homicidio, el victimario no pudo dormir. Inventó con sus conocidos que su cónyuge había partido, incluso, dijo la fuente, osó reportar la desaparición ante las autoridades.
Al día siguiente, el hombre buscó la manera de desaparecer el cadáver. Consiguió un tinaco de plástico, bolsas de cemento y calhidra. Cortó las piernas de Florencia y metió el cuerpo mutilado en el recipiente para después dejarle caer el material para construcción.
Inmediatamente consiguió herramientas para cavar y abrió un agujero en una de las esquinas del traspatio de varios metros de profundidad.
El domicilio de Carlos Iván colinda con el de su madre, Ana María Cruz Cortez, donde vivía también su hermana Susan Yuridia. Mientras se dedicaba a su horrenda tarea, encargó a su hijo con ellas, dijo al Policía después de una intensa investigación meses más tarde.
El sujeto arrastró el recipiente, lo dejó caer en el orificio y lo tapó con la misma tierra que había sacado. Pasaron días y noches sin que pudiera dormir placenteramente, confesó Carlos Iván ante las autoridades.
Relacionado a la desaparición de la mujer o al presunto abandono de hogar, las autoridades integraron la averiguación previa 225/UEDSYVF1/2010, en la Unidad Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Familiar.
Las pesquisas y el proceso jurídico continuaron lentamente.
90 días más tarde, la Policía Ministerial recibió la orden de cateo número 38/2010, oficio 287-B/2010, que se haría en el domicilio, con el objetivo de acompañar a los peritos de la dependencia y buscar indicios, así como entrevistar a la familia, entre otras diligencias.
A las siete de la mañana del 24 de abril, dos meses después, llegó personal de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).
Siempre existió una ligera sospecha del marido, recordó la Policía.
Cada oficial hizo lo que tenía que hacer, salvo los policías investigadores que se enfocaron en entrevistar a Carlos Iván, y a su familia que vivía al lado.
Cada uno se ocupó de los integrantes de la familia en sitios separados, pero dentro del mismo domicilio. El cocinero narró extensamente lo sucedido, excepto el crimen. Los agentes escucharon atentamente estudiando la mirada, los gestos, las expresiones corporales, entre otros movimientos de suma importancia en una entrevista policial.
Durante la entrevista ponían en práctica los cursos criminalísticos que habían recibidio durante su trayectoria como agente, el cual consiste en dejar que los testigos y victimarios hablen hasta el cansancio. 
Había fragmentos increíbles en la narración y en ocasiones los policías hacían un ligero paréntesis para preguntar serenamente, sin mostrar alteración por algún dato y al final aplicaron un cuestionario particular a Carlos Iván, de acuerdo con las declaraciones que habían escuchado. 
Al principio, el cocinero contestó sin empacho; no obstante, los uniformados apretaron tuercas con preguntas directas, de tal modo que Carlos Iván comenzó a titubear. Se contradecía y fue cayendo en forma de espiral hasta terminar en el ojo del huracán, comentaron los uniformados.
Al verse encerrado en su retórica, Carlos Iván confió en un policía, le contó en un susurro que él había matado a su esposa, pero le advirtió que no dijera nada a su madre.
Durante su declaración, grabada con una videocámara, mostró un semblante contrito y confesó que las noches consecutivas al crimen, no había gozado de un sueño profundo por el sentimiento de culpa.
La Policía había sentido un olor fétido que provenía del traspatio e inmediatamente procedieron a escarbar en una de las esquinas del terreno hasta localizar el cadáver, pues Carlos Iván había confesado el crimen, pero no había hablado sobre el paradero del cuerpo. 
Carlos Iván Velásquez Cruz, su madre Ana María Cruz Cortez y su hermana Susan Yuridia, quedaron arrestados al momento para luego llevarlos a un arraigo.
Las mujeres presuntamente sabían del homicidio, porque los terrenos están divididos por un corral y existe la posibilidad de que hayan visto a Carlos Iván cavar el agujero, enfatizó la Policía.

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