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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tragedia en las vísperas de una boda


Por Rafael Espinosa:
(Febrero 2011)
En las vísperas de un amor comprometido, el joven Alejandro Rodríguez Gómez involuntariamente se inmiscuyó en una tragedia que no olvidará el resto de sus días, con una muchacha, ahora muerta, que no era su novia.
A sus 19 años, la situación jurídica del estudiante de quinto semestre de la carrera técnica en Informática del Conalep, Chiapa de Corzo, es incierta, así como la descompostura emocional de su familia a consecuencia del caso.
El jueves por la mañana que salió de su domicilio en la Colonia El Refugio, Chiapa de Corzo, iba con la encomienda de comprar arroz y otros alimentos necesarios que servirían en manteles largos a los invitados de su boda.
Después de dos años de relación sentimental, Alejandro había hecho el compromiso de contraer nupcias al siguiente día, viernes, con Sindy Janeth Muñoa Sánchez, de 18, una joven delgada, de cabellos rubios y mirada triste, quien el próximo 20 de febrero cumplirá tres meses de gestación.
Sin embargo, ese jueves en la mañana se topó con Maideli Chávez Nolasco, de 17, una amiga de hace dos años, del asentamiento Pedregal San Ángel que confina con su colonia y con quien casi nunca los vieron juntos, salvo en raras ocasiones como ésta.
En la plática, ella decidió acompañarlo a Chiapa de Corzo, a cinco minutos de ahí, donde él cumpliría el encargo de comprar los ingredientes de la comida para su bodorrio y unas medicinas contra el dolor de su futura esposa.
Después de las adquisiciones enlistadas y de un trámite escolar que también haría, Alejandro y Maideli compraron una botella de alcohol que ambos consumieron en el curso del mandado.
Seguramente tomaron el camión de regreso a El refugio, no obstante, bajo el ferviente calor corporal por el efecto etílico resolvieron comprar otro frasco de bebida en la entrada de la colonia, incluso se sentaron en una caseta que algún día fue de vigilancia y que actualmente funciona como parada del transporte público.
Para ese entonces el reloj frisaba las cinco de la tarde y la familia de Alejandro comenzaba a preocuparse.
Caminaron titubeantes por el efecto etílico hacia el puente “Belisario Domínguez” que conecta Chiapa de Corzo y Tuxtla Gutiérrez, se introdujeron en la maleza, sobre peñascos, riscos, bejucos, árboles muertos, a la vera del río Grijalva del Cañón de Sumidero.
Antes de su muerte y en medio de aquella vegetación selvática, Maideli repetía constantemente sus problemas familiares, se quejaba con Alejandro que su padrastro no la quería, inclusive atribuyó que sus frecuentes encuentros con el alcohol obedecían precisamente a la decadencia familiar que vivía.

“Se sentía triste”, dijo Guadalupe Gómez Sánchez, madre de Alejandro, de acuerdo con lo que le contó su hijo en los separos de la Policía.

El joven estudiante y mesero los fines de semana de un restaurante del embarcadero Cahuaré, en Chiapa de Corzo, cuyo patrón confía en él por sus buenos modales, contó a su madre que Maideli se quitó la ropa poco a poco y lo sedujo con movimientos eróticos hasta que ambos quedaron desnudos.
Por consentimiento mutuo decidieron ocultarse entre acantilados, al bordo del precipicio, cuyo fondo es una ligera playa del río Grijalva, ensombrecidos por árboles secos y verdes.
Ni siquiera Alejandro sabía qué hacían ahí, en un sitio tan extremo e inestable, pues prácticamente sus actuaciones eran conducidas por el aturdimiento a consecuencia del alcohol.
Bastó un resbalón para que Maideli, completamente desnuda, cayera al vacío enredándose entre ramas, rocas, y terminara tendida -unos treinta metros abajo- sobre una peña y con el brazo derecho mutilado. El frío atardecer quedó en silencio después de los crujidos de las ramas y el golpe seco, continuó la señora.
Alejandro, sin dar crédito a lo que había ocurrido, corrió entre veredas hasta dar con el cuerpo de su vieja amiga. La abrazó e intentó rescatarla, pero “el peso de un muerto es mayor que el de un vivo”, dijo más tarde.
Salió a prisa de la sima, se puso el suéter sin su playera y corrió hacia la carretera, a unos cincuenta metros de la tragedia.
Enfrascado en su desesperación pidió ayuda a los mecánicos de un taller, pero éstos, conscientes de la magnitud del problema, rehusaron meterse en líos. Continuó y platicó con un feligrés conocido suyo, quien le dio consejos descabellados.

"Huyé", le sugirió.

Enteramente confundido, resolvió llegar hasta el final reflexionando que él mismo habría de dar la trágica noticia a los padres de Maideli, contó la mamá de Alejandro.
Alejandro condujo a los papás hasta el cadáver de la joven, donde él fue detenido por la Policía. Relató que se lo llevaron a un lugar desconocido para después terminar en las celdas de la Cárcel Preventiva de Chiapa de Corzo.
Ayer a las dos y media de la tarde, Guadalupe Gómez Sánchez, de 45 años, madre de Alejandro, estaba sentada en una silla junto al comedor de su casa, con una pena y una incertidumbre que se reflejaban en su rostro. Su sala apenas era alumbrada por los rayos del sol que penetraban a través de la ventana entornada.
En esa misma casa modesta, dividida en varias habitaciones con paredes rústicas, se hallaba de casualidad Sindy Janeth Muñoa Sánchez, futura esposa de Alejandro, quien -a pesar de que no se le nota el pronunciamiento de su barriga- el próximo 20 de febrero cumplirá tres meses de embarazo.
Sindy narró que impetuosamente desarmó los preparativos de la boda y canceló las invitaciones entregadas, sin que dañara un ápice la confianza que le tiene a Alejandro, pues mantiene en pie casarse con él por la simple convicción de que él es inocente.
La familia vive momentos de incertidumbre como la situación jurídica de Alejandro, pues hasta la tarde de ayer seguía en la Cárcel Preventiva, donde en una visita, al mediodía, los custodios negaron al representante de este medio hablar con él.
Al atardecer de este domingo salió de la cárcel sólo para la reconstrucción de los hechos, con una esposa que compartía con la muñeca de un policía local. Asistieron el Fiscal del Ministerio Público, peritos especializados y agentes de la Policía local. Ahí se comprobó la altura de la sima, el recorrido que hicieron Maideli y Alejandro, así como el peligro que ambos corrían.
La familia pidió a las autoridades que agilicen los trámites ministeriales, pues aseguró que Alejandro -el de en medio de tres hermanos- es inocente.

“Fue un accidente, incluso él mismo informó de la tragedia a los padres de Maideli”, puntualizó su madre, al borde del llanto.

1 comentario:

  1. qué pasó después con éste joven?? sigue en la cárcel o fue liberado??

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