*Don Arturo López Cruz
Rafael Espinosa / En la colonia Patria
Nueva, hay un zapatero muy singular. Todas las mañanas se desplaza en su silla
de ruedas, saludando con alegría a medio mundo y se instala en una covacha a
reparar calzado.
Don Arturo López perdió sus piernas en
estado de ebriedad a causa de una caída del tren, cuando tenía 37 años, en su
natal Chihuahua, sin embargo, reside en Tuxtla Gutiérrez desde hace más de dos
décadas.
Antes de que perdiera las piernas,
dice, fue hojalatero, mecánico automotriz y llegó a tener una granja de chivos,
en Sinaloa, donde ponía en práctica sus conocimientos adquiridos de la carrera
de agronomía.
No reniega de Dios ni del evangelio,
en cambio no opina lo mismo de los feligreses, porque "cuando me ven, me
dicen hubieras venido a tiempo a la iglesia; creen que estoy llore y
llore".
Siempre deseó tener una familia, sin
embargo, la primera mujer lo traicionó con su concuño y con la segunda no se entendió,
por lo que vive solo en la colonia Patria Nueva donde tiene un mundo de
películas que mira en sus ratos libres.
De zapatero, dice, vive al día. Gana
50 ó 100 pesos diarios, de ocho de la mañana a tres de la tarde. Con su silla
de ruedas jala un remolque repleto de zapatos por entregar y otros que compra
para revender.
A sus 58 años, lleva 21 sin tomar y
más de 20 de zapatero.
Para todos aquellos que deseen de su
servicio se encuentra a un costado de mercado de la colonia, bajo la sombra de
una lona que instala de su silla de ruedas a la pared de una casa.
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