Rafael Espinosa / Ni en su más remoto
sueño don Oscar de los Santos imaginó que la mayor parte de su vida se la
pasaría corriendo. Hoy, a sus 54 años, ha ganado más de 100 medallas en
distintas categorías y distancias, durante una trayectoria ininterrumpida de
más de 45 años en el atletismo.
A la edad de siete años, cuando
estudiaba la escuela primaria, en Tonalá, su profesor y entrenador Miguel
Calzada, descubrió en él su velocidad, resistencia y disciplina. Desde entonces,
animado por don Miguel, don Oscar comenzó participar en los maratones en los
que resultaba victorioso.
Inició como velocista de 50, 75 y 100
metros, en contra de la voluntad de su padre, un soldado de la Marina quien
quería que su hijo fuese ciclista como él. Sin embargo, cuando ya era adulto,
don Oscar le presumió a su padre una medalla que había ganado en Mérida,
Yucatán, en un maratón de la Marina Armada de México.
-Hasta a los soldados de tu ejército
les gané -.
Su padre lo quedó viendo y le dio un
fuerte abrazo.
-Ese es mi hijo -le dijo orgulloso.
A los 15 años emigró a la capital de
Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, con un campeonato estatal. También le gustó el
fútbol cuyos compañeros se sorprendían de su velocidad y resistencia en el
campo, de tal modo que le decían "Cuatro Pilas" porque era
incansable.
En la capital, de la mano de su
entrenador físico, Mario Ruiz, comenzó a explorar en las carreras de 10 y 21
kilómetros. Con el tiempo incursionó en los 42 kilómetros 195 metros, en los
que obtuvo dos primeros lugares, en Mérida.
Asimismo, logró el segundo lugar en
Torreón, Coahuila, a nivel internacional con marca a Bostón, Estados Unidos,
sin embargo, no participó en el país vecino por falta de recursos propios y de
apoyo oficial.
Ha participado en maratones en
Tabasco, Oaxaca, Puebla, entre otros estados, y fue ganador absoluto en un
ultramaratón en campo traviesa de 66 kilómetros, en el río La Venta, municipio
de Ocozocoautla, y consiguió otras medallas en Chiapa de Corzo.
Su máximo reconocimiendo fue el haber
obtenido la tercera posición en un ultramaratón de 100 kilómetros, en la Sierra
Tarahumara, Chihuahua, a la edad de 51 años. Cuenta que es una de las pruebas
más salvajes del atletismo, en la que corrió 12 horas y 54 minutos, sin descanso,
bajo la lluvia, el mortificante calor de la Barranca del Cobre y hielo en
algunas montañas.
Con sus 1.56 de estatura y unos 49
kilos de peso, este año don Oscar resultó selecionado para un mundial en
Holanda, después de superar los 100 kilómetros. Como parte de esta selección,
calificó para otra carrera de 24 horas en el 2019 cuyo lugar podría ser
Austria, Croacia o Asia; y una más de 50 kilómetros en las montañas de Buenos
Aires, Argentina.
Cuenta que sus entrenamientos para las
grandes competencias los hace en las montañas de la sierra de Chiapas, donde
hay una altura superior a los tres mil metros sobre el nivel del mar, como El
Porvenir, Siltepec, La Grandeza, Bejucal de Ocampo, entre otras, aunado a la
preparación física, mental y nutricional. Debe dormir estrictamente sus ocho
horas y diez horas de entrenamiento en sesiones.
Es fiel admirador de grandes
corredores olímpicos como Germán Silva, "Halcón" García, Andrés
Espinosa, por mencionar algunos. En Chiapas también hay grandes corredores,
dice, entre los que destacan Romeo Ramírez, Pedro (no recuerda los apellidos)
de San Cristóbal; Estanislao, de Comitán, por mencionar algunos.
Don Oscar cuenta que es el tercero de
seis hermanas y tres hermanos; todos corren como ejercicio rutinario, no
obstante, él fue el único que se entregó de lleno a este deporte.
No se sorprenda si lo ve corriendo en
la madrugada en el Centro Deportivo Caña Hueca o rumbo al Cañón del Sumidero
(donde por cierto conoce trochas, atajos y senderos); seguramente está
entrenando para una carrera o simplemente es parte de su rutina.
¿Por qué lo hace a esa hora? Pues a
las ocho de la mañana se va a trabajar a la Torre Chiapas, en la Secretaría de
Hacienda.
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