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jueves, 10 de enero de 2019

Abuelo, paisajista en miniatura



Rafael Espinosa / En Tuxtla Gutiérrez, a dos cuadras del estadio de fútbol soccer, vive un sexagenario meticuloso y de asombrosa paciencia para pintar paisajes en miniatura y domesticar cotorritas australianas.

Hace cuatro años falleció su esposa y desde entonces aumentaron sus ganas de dibujar paisajes en piedras, troncos, focos, almejas, cucharas, corcholatas, incluso en alacranes vivos, como terapia para contrarrestar su solitaria viudez.

Entre la música ambiental de pájaros y estantes repletos de paisajes, don Jorge cuenta que durante sus 68 años de vida, ha combinado su tarea de paisajista con otros oficios como taxista, operador de maquinaria pesada y mil usos a domicilio.

En el siglo pasado realizaba cuadros grandes, sin embargo, la crisis económica para comprar sus materiales lo orilló a dibujar en piezas pequeñas, de modo que con esta faena lleva más de 40 años.

En su pequeña casa de interés social se pueden ver las cotorritas que vuelan de mueble en mueble, mientras que su alacrán pintado de colores sale y entra de un diminuto cofre con respiradero.

Como si fuese un pirata, las cotorritas se posan en su hombro y el alacrán deambula en su brazo. Ha comprendido que con la ayuda de Dios, dice, los seres humanos podemos ser muy amigos de los animalitos, porque si tu no les haces daño dificilmente harán el intento de atacarte.

En su cálida casa, don Jorge González Aguilar, de elocuente conversación, cuenta que tiene cuatro hijos, el menor falleció, los demás están casados, no obstante, ha decidio vivir en voluntaria soledad y guardar luto a su esposa el resto de sus días.

Sus piezas de arte son de económico precio, desde 10 a 50 pesos, con los que sobrevive día a día de un modo austero, sin mayor codicia que la de disfrutar su soledad el tiempo que Dios se lo permita.

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