Rafael Espinosa | Día Uno | En los
últimos años de su vida, don Andrés vivió preocupado porque alguien de su
familia delegara el oficio de fabricar marimbas. Sin embargo, se fue sin que
supiera que un veterinario y su ayudante serían la columna de la fábrica que
aún sigue vigente.
Don Andrés murió a los 78 años. Era el
único constructor profesional de marimbas en Tuxtla Gutiérrez. Pasó la mayor
parte de su vida metido en su taller de carpintería y en las aulas de las
escuelas como maestro de música.
Norma, su hija, trajo a su familia de
Guadalajara a Tuxtla Gutiérrez, para cuidarlo durante sus últimos días. No
obstante, el 02 de octubre del 2004, don Andrés murió. Nadie de la familia
sabía construir una marimba.
Si se iban los trabajadores “moría” la
fábrica, se decían, de tal modo que Paul, el primogénito de los nietos e hijo
de doña Norma, resolvió aprender el oficio.
Había tenido dos o tres trabajos
relacionados a la carrera de Medicina Veterinaria y en ese entonces se
encontraba desempleado. Se acercó al obrero con más antigüedad aunque éste se
mostraba evasivo para enseñarle.
Es posible que don Andrés se haya ido
con la preocupación de que la fábrica acabaría, porque a los pocos días doña
Norma despertó con la idea de que había conversado con su padre en un sueño.
―Si quieres que siga adelante este
taller, ¿dime qué hacer? ―le decía afligida.
―Ve a ver a don Carlos ―repuso don
Andrés.
Al día siguiente, doña Norma habría
relacionado el nombre con el apellido Nandayapa, amigo entrañable de su padre y
quien le fabricaba marimbas a su tío, el famoso marimbista chiapacorceño,
Zeferino Nandayapa.
Fue así que Paul, después de un mes de
curso intenso con don Carlos, aprendió una de las cosas más importantes, afinar
las teclas de las marimbas de cedro y hormiguillo.
Con el tiempo, Paul se ha vuelto
perfeccionista en la fabricación de marimbas, cajas de resonancia y afinación
del teclado. Ahora, considera este oficio como su mayor pasión.
A sus ocho años de trabajo, quizá haya
abandonado para siempre su carrera de veterinario, sin embargo, el abuelo ha de
estar muy contento desde el cielo, dice.
Esta historia hubiera sido diferente
sin la ayuda de don Francisco Pérez, ayudante y amigo de Paul. Trabaja en el
taller desde hace 16 años, conoció a don Andrés, y se encarga de ensamblar los
bastidores de las marimbas que piden de Tabasco, Ciudad de México, Veracruz,
Oaxaca, Quintana Roo, Monterrey, entre otros estados.
Nota:
Don Andrés Altamirano Varela, oriundo
de Coxcatlán, Puebla, inventó la “Varelina”, un instrumento de 37 cuerdas
parecido al Arpa que ha tocado la arpista veracruzana, Cynthia Valenzuela, en
París, Francia.
Desde niño le gustó la música, empezó
tocando el saxofón, innovó la marimba, fabricaba guitarras, violines,
violonchelos, entre otros. Formó orquestas, fue laudero y maestro de solfeo.
Construyó su primera marimba en Veracruz, y su primera guitarra la hizo a los
13 años. Vivió en Ocosingo, Simojovel y Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Fue maestro de música en la escuela
primaria “Camilo Pintado”, director de la banda de música de Gobierno del
Estado y formó la “Estudiantina Chiapaneca”, un grupo de jóvenes músicos de la
Unach, a través de la que viajó a distintos municipios de la entidad y estados
de la república.
Se casó con Carmen Luparia León
Ballinas, originaria de Ocosingo, Chiapas, con quien procreó cinco hijos, tres
mujeres y dos hombres.
El taller, denominado “Fábrica de Marimbas
Altamirano”, está ubicado en la 3ª Oriente, entre 3ª y 4ª Norte, en Tuxtla
Gutiérrez.
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