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miércoles, 24 de abril de 2019

Canasteras, joyas de Tuxtla

Manuela González

Alicia Mendoza

Carmelina Rivera


Rafael Espinosa │A sus 90 años, doña Manuela González es una de las canasteras más grandes de edad en el centro de Tuxtla Gutiérrez. Ella vende epazote, zacate de limón, granadilla, hierba santa, huevos de gallina y de pato, entre otros productos, en las puertas del mercado “Rafael Pascasio Gamboa”.

Llega a las diez de la mañana y se va alrededor de las cuatro de la tarde. A veces la acompaña su bisnieta, de unos seis años, aunque prefiere andar sola. ―¡Ya vete! ―le dice a su bisnieta. La niña se queda. Sabe cómo es su bisabuela.

Cuando llega sola, toma sus cosas y regresa a casa, en la colonia Calvarium. La gente le ayuda con el bastón y la canasta cuando se trepa al colectivo. Doña Manuela no recuerda cuántos años llevan vendiendo ahí.

Doña Alicia Mendoza, de 79 años, vende mango verde, cacahuate, dulces de leche, habas enchiladas, por mencionar algunas frutas y dulces regionales.

Durante sus 40 años de canastera, ha visto la transformación de la imagen del Tuxtla antiguo al Tuxtla moderno, dice.

Todos los días instala sus canastas fuera de una tienda de telas, en la 2ª Sur y 1ª Poniente.

Cuenta que gracias a este oficio ha sacado adelante a sus cinco hijos y es orgullosamente del barrio de San Francisco, al sur de la capital.

Doña Carmelina Rivera es otra de las que lleva mucho tiempo vendiendo frutas y dulces tradicionales zoques en el primer cuadro de la ciudad.

A sus 68 años, se levanta temprano y lleva sus canastas a la 6ª Sur y 1ª Poniente. Vende nuéganos, marquesote, gaznate, turrón, caballito, turulete, palanqueta, buñuelos, puxinú, así como rebanadas de frutas, desde más de 38 años. Ella es de Tapachula, sin embargo, es más tuxtleca que costeña, dice.

Con este trabajo sacó adelante a sus seis hijos y ahora saca adelante a su esposo que sufre discapacidad.

Hace cinco años, narra, un descontrolado automovilista tiró sus canastas de frutas y dulces, y la atropelló. Dejó de vender algunos meses, debido a que se fracturó la mano derecha.

―No podía envolver mis dulces, así que tuve que esperar a que me aliviara ―, recuerda. Esa vez, ella se fue al médico, sus hijos levantaron los dulces del suelo; del chofer ya nada supieron.

***
Ellas son parte de las joyas que aún conserva Tuxtla Gutiérrez. Si las ven, cómprenles; fortalezcan la economía de las familias tuxtlecas que mantienen vivo los tradicionales dulces zoque.

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