Manuela González |
Alicia Mendoza |
Carmelina Rivera |
Rafael Espinosa │A sus 90 años, doña
Manuela González es una de las canasteras más grandes de edad en el centro de
Tuxtla Gutiérrez. Ella vende epazote, zacate de limón, granadilla, hierba
santa, huevos de gallina y de pato, entre otros productos, en las puertas del
mercado “Rafael Pascasio Gamboa”.
Llega a las diez de la mañana y se va
alrededor de las cuatro de la tarde. A veces la acompaña su bisnieta, de unos
seis años, aunque prefiere andar sola. ―¡Ya vete! ―le dice a su bisnieta. La
niña se queda. Sabe cómo es su bisabuela.
Cuando llega sola, toma sus cosas y
regresa a casa, en la colonia Calvarium. La gente le ayuda con el bastón y la
canasta cuando se trepa al colectivo. Doña Manuela no recuerda cuántos años
llevan vendiendo ahí.
Doña Alicia Mendoza, de 79 años, vende
mango verde, cacahuate, dulces de leche, habas enchiladas, por mencionar
algunas frutas y dulces regionales.
Durante sus 40 años de canastera, ha
visto la transformación de la imagen del Tuxtla antiguo al Tuxtla moderno,
dice.
Todos los días instala sus canastas
fuera de una tienda de telas, en la 2ª Sur y 1ª Poniente.
Cuenta que gracias a este oficio ha
sacado adelante a sus cinco hijos y es orgullosamente del barrio de San
Francisco, al sur de la capital.
Doña Carmelina Rivera es otra de las
que lleva mucho tiempo vendiendo frutas y dulces tradicionales zoques en el primer
cuadro de la ciudad.
A sus 68 años, se levanta temprano y
lleva sus canastas a la 6ª Sur y 1ª Poniente. Vende nuéganos, marquesote,
gaznate, turrón, caballito, turulete, palanqueta, buñuelos, puxinú, así como
rebanadas de frutas, desde más de 38 años. Ella es de Tapachula, sin embargo,
es más tuxtleca que costeña, dice.
Con este trabajo sacó adelante a sus
seis hijos y ahora saca adelante a su esposo que sufre discapacidad.
Hace cinco años, narra, un
descontrolado automovilista tiró sus canastas de frutas y dulces, y la
atropelló. Dejó de vender algunos meses, debido a que se fracturó la mano
derecha.
―No podía envolver mis dulces, así que
tuve que esperar a que me aliviara ―, recuerda. Esa vez, ella se fue al médico,
sus hijos levantaron los dulces del suelo; del chofer ya nada supieron.
***
Ellas son parte de las joyas que aún
conserva Tuxtla Gutiérrez. Si las ven, cómprenles; fortalezcan la economía de
las familias tuxtlecas que mantienen vivo los tradicionales dulces zoque.
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