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miércoles, 24 de abril de 2019

Don Alejandro, uno de los zapateros más antiguos de Tuxtla



Rafael Espinosa │Cuenta que tenía 14 años cuando comenzó a remendar calzado en el taller de don José Estrada de quien heredó, no sólo el oficio, sino también el pie de remache que con cariño conserva.

Antes de ser ayudante de zapatero, recuerda, vendió periódicos, fue bolero y cargador en el mercado del centro, en aquel Tuxtla antiguo cuando la orilla del pueblo era el río Sabinal.

En la época que se apartó de su maestro para emprender su propio negocio, llegaron tiempos productivos en los que fabricaba sandalias, huaraches, y remendaba calzado con ayuda de cinco operarios.

―Hoy, apenas alcanza para comer ―deduce.

Dice que en su taller había rimeros de zapatos para reparar; sin embargo, fue bajando la demanda de su servicio de tal manera que con el tiempo dejó de fabricar sandalias y fue despidiendo a los trabajadores hasta quedarse solo.

Rememora que a la ciudad comenzaron a llegar zapatos baratos de por doquier, a tal grado de que hoy la gente prefiere comprarse unos nuevos que renovar su calzado.

Gracias a Dios y a este oficio, reconoce, pudo sacar adelante a sus cuatro hijas y ahora cuida de su esposa que se encuentra enferma, a quien le dedica el mayor tiempo posible.

Don Alejandro Mundo aparenta menos edad de los 70 que tiene, quizá porque lleva más de 47 años sin tomar ni fumar y todos los días se desplaza en su bicicleta.

Cerrando su negocio, monta su bicicleta y se va a casa. Así ha sido su ritmo de vida por más de 40 años, dice.

Lustra zapatos, remienda bolsas de damas, pinta chamarras de piel, entre otros, a precios económicos.

Su pequeño taller, ubicado en la 4ª Norte y 2ª Oriente, es uno de los 10 negocios de este giro que sobreviven en el primer cuadro de la ciudad Tuxtla Gutiérrez.

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