Rafael Espinosa │Aquel domingo 27 de
enero, don Hugo descansaba en su casa cuando le llamaron que su esposa María
Eugenia, su cuñada y su sobrino, se habían accidentado. Horas antes, habían
salido a hacer unos mandados al centro de Tuxtla.
Don Hugo, en medio de su
desesperación, no sabía si correr (desde la 14 Norte y 2ª Oriente) o tomar un
taxi.
“En momentos de aprieto las cosas se
esmeran; ni un taxi pasaba”, dice.
Finalmente, abordó uno.
Cuando llegó al lugar del accidente,
vio los carros chocados y montón de gente tirada en el piso. Una camioneta
había chocado a varios carros y después arrolló a una decena de transeúntes que
caminaban por la banqueta.
Horas después se supo que murió uno de
los heridos y más tarde dos más.
A doña María Eugenia se le deshizo la
pantorrilla. Su hermana Milagros y su sobrino Cristian sufrieron golpes
contusos. Ni siquiera supo dónde quedó el dinero que abonaría en Coopel.
Tampoco aparecieron las sartenes que doña Milagros había comprado. La “Tablet”
de Cristian se hizo añicos.
Doña María Eugenia estuvo
hospitalizada 10 días. Lleva 20 días en su casa, en cama, sin poder caminar,
mucho menos continuar como empleada doméstica y vendedora de zapatos por
catálogo.
Cada vez que don Hugo sale a vender
agua, empuja su triciclo pensando en cómo le hará para juntar 700 pesos para el
próximo medicamento y pagarle 200 pesos a la enfermera para que le cure la
herida a su esposa.
A veces se siente frustrado, sin
embargo, su padre, un adulto mayor, quien lo acompaña en la venta de agua, lo
anima. “Ni modos, hijo, hay que salir adelante”.
Ha ido tres veces a la Fiscalía
General del Estado, sin embargo, nada le resuelven. El conductor responsable,
un hombre de 74 años, de nombre Carmelino Hidalgo Espinoza, está libre.
Ha gastado más de 20 mil pesos. La
aseguradora GNP, de la camioneta, dice, se ha desentendido de la reparación del
daño.
En las noches, mientras cuida a su
esposa, don Hugo piensa: “la justicia será igual para todos o sólo para los que
tienen dinero”. Y así sigue pensando en miles de cosas, toda la noche, hasta
que le agarra el sueño.
Nota:
Hasta donde se sabe, ni el dueño del
vehículo ni la aseguradora, se han acercado a las víctimas del percance.
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