Rafael
Espinosa | De pronto, se escuchó el ruido sordo de una escopeta y en seguida un
gorila comenzó a lanzar agua, moviéndose alocadamente sobre su eje de un lado
hacia otro. El tiro ha dado al blanco; también se escucha la algarabía de la
gente.
Ahí,
en el Parque de Convivencia Infantil, al norte oriente de la capital de Chiapas, niños y
adultos asisten a la tienda de tiro al blanco de don Arturo quien lleva más de
40 años divirtiendo a las familias del pueblo.
Don
Arturo, de 62 años, es uno de los fundadores de este parque emblemático,
arbolado, fresco, con juegos mecánicos, zonas lúdicas y el famoso trenecito que
muchos adultos guardan en su memoria como un viaje asombroso.
Cuenta
que es oriundo de Atlacomulco, Estado de México, y que de joven trabajaba en
las ferias.
De
este modo es que llegó a Tuxtla Gutiérrez y conoció a su esposa, una chiapaneca
que en las ferias locales tenía su puesto de jugos.
―Me
dio pozol y desde esa vez aquí me quedé ―recuerda con una sonrisa.
Actualmente
es padre de seis hijos quienes tienen su propia familia. Trabaja para él y su
esposa, y seguirá detrás de su tienda hasta que Dios le preste vida, dice.
Recuerda
que una vez pasó por ahí el exgobernador Juan Sabines Guerrero cuyo personal le
jugó una broma. Le indicaron que realizara un tiro al primer péndulo sin saber
que terminaría mojado por el gorila. Todos se rieron, menos él, sin embargo,
después de un instante, se contagió de las risas y soltó una carcajada enjugándose
la cara con su brazo.
En
el juego de tiro, otros blancos hacen que las pequeñas figuras animadas de los
Tigres del Norte, los Tucanes de Tijuana y las Calaveras, cobren vida al compás
de la música, detrás de una vitrina de cristal.
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