CUMBRES
DE MALTRATA
Rafael
Espinosa | Don José Javier y su esposa María Magdalena habían hecho viajes con
los ahorros familiares, sin embargo, esta vez él no quería salir. La parroquia
San Pedro y San Pablo, que está a media cuadra de su casa, en la colonia
Potrero Mirador, organizaba el primer viaje desde su fundación y los habían
invitado.
―No
tengo ganas de ir ―le dijo con franqueza don Javier a su esposa.
―Si
no vas tú, no voy yo ―le contestó ella con la confianza de los años de
matrimonio.
Más
tarde, don Javier aceptó el viaje. Fue así que alistaron sus maletas y
partieron el sábado 25 de mayo, a las 14:30 horas, en el camión que los
esperaba en el parque de La Popular, colonia vecina.
De
ahí saldrían los dos camiones con feligreses que visitarían distintos lugares
del centro del país, entre ellos La Basílica de Guadalupe, en Ciudad de México.
―Hay
te encargo la casita ―le dijo don Javier a su sobrino quien quedaba con la
abuela.
―No
se preocupe, tío; usted disfrute el viaje ―.
Don
Javier y su esposa se hacían de ahorros de la pequeña cenaduría que tienen en
la puerta de su casa, aunque ella también trabajaba en una tienda comercial de
la colonia Juan Crispín. Se mantenían más juntos que nunca después de que
asesinaron a su único hijo hacía nueve años.
Doña
María Magdalena le enviaba fotos, por mensaje, de la Virgen de Guadalupe a su
sobrino: ¡Para que te cuide, hijo!, le escribía.
Unos
dicen que feligreses de un camión quedaron a desayunar y/o comprar recuerdos en
Puebla, mientras que del otro, en el que viajaban José Javier y María Magdalena,
se adelantó.
El
miércoles 29 de mayo, alrededor de las 10:00 horas, se accidentaron cuyo saldo
fue de 21 muertos, entre ellos 17 calcinados, y 31 heridos.
Don
Javier, de 59 años, falleció al instante, mientras que doña María Magdalena,
casi de la misma edad, se encuentra grave en un hospital de Veracruz.
―Sólo
Dios sabe lo que pasó ―dedujo el sobrino, de unos 35 años, respecto a su tío
fallecido y su tía en terapia intensiva.
Parte
de su familia ya está con ella en Veracruz y realiza trámites para reconocer el
cuerpo de don Javier.
En
Tuxtla, sus hermanos de religión abarrotan las misas por los feligreses
fallecidos, en la parroquia San Pedro y San Pablo.
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