Vistas de página en total

viernes, 3 de febrero de 2012

Relato de un asalto


Por Rafael Espinosa:
Andrés Vélez Villalobos, de 22 años, continúa preso en El Amate por su presunta participación en el asalto de la empresa “Presta Prenda, Banco Azteca”, la mañana del domingo 29 de enero, en la Avenida Central y 10 Poniente de Tuxtla Gutiérrez.
Aparte de Andrés Vélez, los otros detenidos responden a los nombres de “José Enrique López Ovilla, encargado de bodega; Fernando Mondragón, valuador; José Esteban Salinas Ocaña, gerente y encargado del banco”.

A continuación la declaración de Vélez Villalobos:

“Llegué a mi trabajo a eso de las 08:35, donde ya estaba un compañero de nombre Enrique Ovilla quien es encargado de la bodega y resguarda la llave del negocio, por lo que quitamos los candados de la entrada principal y procedimos a desactivar las alarmas”.
“Enrique se metió a ponerse el uniforme y en eso llegó Fernando Mondragón, quien se desempeña como valuador, mientras tanto, yo me fui a encender la computadora para empezar a trabajar”.
“Posteriormente fuimos a quitar candado de las cortinas de afuera, entramos Fernando y yo de nueva cuenta a la sucursal. Me instalé en mi ordenador y Fernando se fue al área de SITE para luego entrar al búnker”.
“En eso nos tocaron el vidrio de la entrada principal; eran un hombre y una mujer, por lo que me acerqué a la puerta sin abrirla y en la rendijita les pregunté qué deseaban”.
“El sujeto contestó: ¡Somos supervisores de auditoría¡, y les contesté ¡espérenme, voy avisar!; me dirigí a Enrique para decirle y él me dijo que no les diera entrada, que hasta que den las 9:00 de la mañana”.
“Regresé hacía los sujetos y les dije que se iba abrir hasta las 9:00 y ellos nada me dijeron; se retiraron de la puerta y se pusieron a un metro, donde se encuentra un poste de luz de madera, para esperar a que abrieran”.
“Posteriormente llegó José Esteban Salinas Ocaña, gerente y encargado del banco. Tocó la puerta para que abriera, por lo que decidí darle acceso, y cuando abrí, inmediatamente se acercaron los sujetos (los ladrones) y entraron detrás de Esteban”.
“Una vez que entraron me encontraba en el área de ejecutivos o área de espera de clientes. El sujeto nos indicó que nos metiéramos al área llamado SITE y nos advirtió que era una revisión, que pasáramos a esa área”.
“Me dirigí hasta al fondo, pero cuando volteé a ver los dos sujetos, éstos gritaron: ¡Tírense al suelo hijos de su madre, pendejos!, por lo que regresé a donde estaban mis compañeros y vi a Esteban tirado en el suelo, a mis pies, y volteé a ver al señor quien estaba jalando un arma, me apuntó e hizo que me tirara al suelo”.
“Mientras tanto Fernando ya se encontraba de rodillas, con la cabeza hacia abajo, y ya no pude ver qué hacían, únicamente escuché que gritaban que abrieran la puerta del búnker y preguntaban cuál era la clave”.
“Después, los sujetos pedieron nuestras pertenecías y mi celular Nokia, color negro con rayas rojas, número 9611961145 de Telcel; luego nos amarraron las manos y pies con cintillas de plástico, a Fernando, a Enrique y a mí”.
“Nos dijeron que el que volteara le quebraban la madre. ¡Acuérdense que tienen familia, el jefe está afuera!; la mujer le decía que le pusiera el silenciador al arma de fuego. Nos dejaron amarrados y se dieron a la fuga, pero antes nos amenazaron diciéndonos que el que saliera lo iban a matar y que no los siguiéramos, porque alguien estaba fuera vigilándonos”.
“Pasaron como uno o dos minutos e intentamos desamarrarnos. No queríamos salir porque teníamos miedo, lo que hicimos fue entrar al búnker y cuando entramos nos percatamos que en la base del imán que sella la puerta, se encontraban tres monedas de 5 cinco pesos”.
“Supongo que lo pusieron para que no se cerrara la puerta, por lo que entramos al búnker los cuatro, Fernando, Esteban, Enrique y yo. Esteban le marcó a Sonia Vázquez, gerente de la sucursal Banco Azteca, Plaza Polifórum, mientras que yo me acerqué al botón de pánico para pedir ayuda pero éste no funcionó”.
“Como Esteban ya nos había dicho que habían anclado (cuando la caja principal se excede de efectivo se baja a otra para que lo recoja Cometra), entonces metí la mano en la caja de banco donde guardamos el dinero para ver si de verdad el dinero había quedado anclado”.
“En eso Fernando empezó  a decir que se iba  a armar un desmadre en el búnker, que iba a empezar a tirar todo para que se viera el asalto muy feo. Agarró un extintor y lo dejó caer al piso. Enrique Ovilla le dijo que no hiciera eso y cuando Fernando quiso levantar el extintor éste se disparó y todos salimos del bunker por el humo (o polvo)”.
“Ya que estábamos fuera, Fernando dijo que iba a sacar el resto de las alhajas; salió al área de SITE donde están las maquinas y las desconectó. Cuando regresó nos dijo que había desconectado el sistema para que las cámaras no grabaran y pudiera sacar las alhajas que los ladrones no se llevaron y así se les pudiera echar la culpa a ellos”.
“En eso se volvió a meter al búnker. Yo entré con él y vi que empezó a abrir la caja. Una vez que la abrió salió a buscar una bolsa, pero Enrique le proporcionó una de plástico amarilla”.
“Vi que Fernando metía todas las bolsitas con alhajas de la caja de seguridad que él había abierto, sin que pueda precisar cuántas bolsitas eran. Fernando las guardó dentro de la bolsa de plástico amarillo y la llenó; en eso de nuevo salió hacia el área de SITE”.
“Fernando me dijo tú no digas nada y yo le contesté que nada iba a decir pero que no me metiera en sus rollos. Me dijo que me llevara la bolsa a mi casa, pero le dije que no, que no quería problemas, que él viera qué hacía”.
“Esteban le dijo que si lo iba a hacer que lo hiciera de una vez, pero que tampoco a él lo metiera en problemas. Fernando se puso indeciso, no sabía qué hacer. Mientras Enrique estaba en la puerta cubriéndolo, Fernando salió del negocio hacia la 1ª Norte y ya no lo vi porque me quedé dentro de la sucursal”.
“En eso salieron Esteban y Enrique para pedir ayuda a la tienda Electra; yo les dije que iba con ellos, pero Enrique me dijo que no, que mejor me quedara dentro de la sucursal; regresaron a los diez minutos aproximadamente”.
“Se quedaron afuera y le pidieron apoyo a un JC (Jefe de Crédito de Banco Azteca) para hablarle a la policía. En eso sonó el teléfono, entré al búnker y al contestar supe que era el jefe de Enrique y Fernando; le comenté lo que había pasado”.
“Me dijo que le pasara a Fernando, por lo que rápido salí y desde la puerta principal les dije que les hablaban. Fernando ya estaban con ellos y ya no tenía la bolsa de plástico amarillo; eran alrededor de las 09:05 horas”.
“En ese momento nos sentamos los cuatro en el área de ejecutivos y fue cuando llegó mi compañero Iván de Jesús González Ramírez, después los policías quienes nos entrevistaron y nos indicaron que teníamos que declarar. Asimismo se presentaron nuestros jefes”.

Descripción de los bandidos y otras observaciones
Los ladrones, dijo, vestían uniformes similares a los que se usan en la empresa. El hombre era de 1.75 metros en promedio, complexión delgada, cabello negro corto, tez clara. La mujer portaba una mochila de color beige o café, de 1.65 aproximadamente, de complexión media llenita, de cabello largo color negro y ondulado, tenía la cara redonda, morena clara, pestañas largas, muy maquillada.
La puerta del búnker, agregó, se abre con una clave cuyo código sólo lo tiene Esteban, Jorge Luis y Enrique. Tiene un retardo de ocho minutos para abrirse y 20 segundos para que puedan entrar. Casi siempre Enrique, Jorge Luis y Fernando, ponen una moneda en el imán para que la puerta no se cierre y así puedan entrar sin necesidad de ingresar la clave nuevamente y esperar los ocho minutos.
Asimismo confesó que el botín se lo repartirían entre Enrique y Fernando. Esteban y yo callaríamos sin pedir nada a cambio, porque no queríamos problemas. Fernando había dicho que él y Enrique ya tenían problemas de por sí por faltante de alhajas en la sucursal.

1 comentario:

  1. la tranza avanza sin que la justicia vea lo que pasa mientras todos veremos una y otra vez la cada vez mas desgastada sociedad presa de la inseguridad y pobreza.

    ResponderEliminar