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miércoles, 2 de marzo de 2022

Panadero pierde su patrimonio




Rafael Espinosa / A don Marco se le juntó la desidia, la desorientación, su analfabetismo y su ingenuidad, para perder su patrimonio. 


Don Marco, panadero de 71 años de edad, oriundo de Oxchuc, llegó a la capital chiapaneca desde que era adolescente. Aprendió a hacer pan y a eso se ha dedicado toda la vida. 


Hace diez años, rentaba un local en la colonia Adonahí, al norte de la capital, donde conoció a Javier Ortega Villatoro, un hombre que pasaba casi todos los días a comprar pan y se tomaba un refresco, porque vivía a unas cuadras de ahí. Fue así que Javier se ganó la confianza de don Marco.


Un día, don Javier le dijo a don Marco: “Le vendo mi casa para que no rente usted aquí”.

Don Marco, acompañado de don Javier, fue a ver la casa, era una pequeña vivienda en obra negra. Al poco, cerraron el trato en 300 mil pesos.


Don Marco le dio 150 mil en efectivo y el resto se lo pagaría en abonos quincenales en la cantidad que pudiera, cuyo convenio quedó asentado en un documento de compra-venta. 

Sin embargo, don Javier desapareció de la noche a la mañana, ni cuenta bancaria para depositar ni teléfono o alguna dirección para llevar el dinero. 


Más tarde, don Marco se enteraría que Javier Ortega tenía una deuda pendiente en Financiera Independencia, cuya cuenta con muchos intereses superaban los 70 mil pesos, en promedio. No obstante, jamás volvió a saber de él.


Así pasaron diez años. Don Marco, en su nuevo domicilio, hacía pan por las mañanas y todas las tardes sacaba sus panes en charolas para venderlo.


Durante ese tiempo, intentó pagar predial en la Coordinación de Política Fiscal donde le dijeron que acudiera a la tenencia de la tierra para que regularizara el terreno, cuya dimensión es de 7 metros de frente por 12 de fondo, ubicado en la Prolongación de la 5ª Poniente Norte, un buen lugar y muy transitado de la colonia Pistimbak.


En tenencia de la tierra lo citaron varias veces y nunca pudieron solucionar su problema, mucho menos porque no habla bien el español y tampoco sabe leer ni escribir. Lo traían de vueltas y vueltas hasta que terminó por fastidiarse.


En el 2018, en un tiempo libre, acompañado de su sobrina, fue al Registro Público de la Propiedad y del Comercio, donde se enteró, a través de un documento oficial, que la propiedad aparecía sin escrituras públicas, sin dueño. Se confió nuevamente y, ocupado por sus quehaceres, dejó pasar el tiempo. 


Hace unas semanas, llegó una mujer a decirle que desocupara la pequeña casa en obra negra, porque tenía dueño. Lo citaron en un domicilio sin rótulos de despacho o notaría, simplemente, dice, era una casa normal, en la Santa Cruz, una colonia cerca de ahí, donde le dijeron que había una escritura de la propiedad de él a nombre de Antonio Domínguez Gómez.


Ante la amenaza de que iban a desalojarlo si no desocupaba por voluntad propia y que además iría a la cárcel, don Marco abandonó su casa y pidió lugar afuera de un domicilio cercano para vender sus panes y no perder sus clientes.


Todas las tardes, ante sus charolas de pan, en el lugar que le prestan para vender, se pone a recordar que hubo muchas personas que le preguntaban: ¿Y este lugar es de usted? Y él contestaba: Digamos que sí. 


Esa falta de seguridad pudo haber sido el motivo por el cual alguien investigó, tramitó documentos de manera irregular y se adueñó de la propiedad, supone. Este trámite pudo haber ocurrido en estos últimos tres años. 


Hoy, sus conocidos le han dicho que el documento de compra-venta que le dio el tal Javier Ortega, está lleno de errores, entre ellos que el vendedor firmó que solo recibió tres mil pesos en lugar de 150 mil como primer pago. 


Don Marco se nota distraído, pensativo, porque le han arrebatado el patrimonio de toda su vida. Se pone mal cuando pasa caminando por su expropiedad, la cual han cercado con láminas mientras albañiles trabajan dentro, en una nueva edificación.


El número telefónico de don Marco: 9612450168, por su alguien lo ocupa para orientarlo jurídicamente.

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