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jueves, 8 de noviembre de 2018

Toda una vida en la arquitectura




Rafael Espinosa / Don Armando Zaldívar es uno de los arquitectos más destacados del siglo pasado en Chiapas. Fue el primero en diseñar una iglesia católica redonda en la comunidad La Tigrilla, región Frailesca de la entidad, incluso antes de que se construyera la Basílica de Guadalupe en el centro del país.

En Tuxtla Gutiérrez proyectó la ampliación de la Avenida Central, desde el Parque Central hasta la antigua Cafetería Bonampak. Asimismo, participó en innumerables construcciones como el Edificio Maciel, así como en inmuebles que aún persisten en la Avenida Central, a la altura de la 6ª Poniente; la casa emblemática con terraza del doctor Hugo Rincón, ubicado a un costado del Asta Bandera del Parque Bicentenario. Edificó también un extinto hotel en el Callejón del Sacrificio, atrás de la Catedral San Marcos, entre otros.

Construyó la cárcel del municipio de Tonalá, hoteles en Cintalapa, el Banco Rural del Istmo en Comitán, la casa parroquial del templo católico de Nuestra Señora de La Candelaria, en Cintalapa, e infinidad de casas y obras en Tapachula, Rayón, Ocozocoautla, por mencionar algunos municipios.

Don Armando, oriundo de Texcoco, Estado de México, llegó a Chiapas en 1960 cuando tenía 26 años. Dice que desde joven comenzó a involucrarse en trabajos de ingeniería como supervisor de obras, a fin de terminar su carrera en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM.

Tuvo como maestros a Augusto H. Álvarez y a Leonardo Zeevvaert, ambos colaboradores en la construcción de la Torre Latinoamericana, en México. De este modo, como aprendiz, lo enviaban a Guadalajara, Querétaro, Guanajuato, para supervisar obras de ingeniería y arquitectura.

Un día, en el centro del país, un amigo lo invitó a trabajar en Chiapas. Aceptó con el fin de conocer la entidad y desde entonces se quedó aquí, recuerda. Fue proyectista y supervisor en la Dirección de Obras Públicas en el gobierno de Samuel León Brindis. De igual manera, trabajó con otros gobernadores y gobiernos municipales de la capital chiapaneca.

Durante su trayectoria profesional ha sido profesor de dibujo y acuarela en la Universidad Motolinía de la Ciudad de México y catedrático de dibujo en la Facultad de Arquitectura de la Unach, así como socio fundador del Club de Tenis Parque Madero, en Tuxtla Gutiérrez.

A sus 84 años, don Armando ha ocupado importantes puestos locales y regionales dentro del Club de Leones Nacionalista.

Hace 16 años se retiró del oficio de arquitecto. Actualmente, es encargado de la Sala Tuxtla en el Centro Cultural Jaime Sabines. Este último oficio lo ha llevado a leer importantes obras de la historia de Chiapas, de tal modo que realiza antologías, compilaciones e ilustra a estudiantes a través de visitas guiadas a los murales importantes del Ayuntamiento de Tuxtla y en la Sala Tuxtla, por supuesto.

Su cálido cuarto de estudio está lleno de reconocimientos, libros y fotografías. Se siente orgulloso por haber aportado un granito de arena en el desarrollo de Chiapas, dice, acompañado de su esposa chiapacorceña, Rosaura Guadalupe Cortez Ortega.

—A estas alturas, me siento más chiapaneco que mexiquense —finaliza.

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