Rafael Espinosa / Don Armando Zaldívar
es uno de los arquitectos más destacados del siglo pasado en Chiapas. Fue el
primero en diseñar una iglesia católica redonda en la comunidad La Tigrilla,
región Frailesca de la entidad, incluso antes de que se construyera la Basílica
de Guadalupe en el centro del país.
En Tuxtla Gutiérrez proyectó la
ampliación de la Avenida Central, desde el Parque Central hasta la antigua
Cafetería Bonampak. Asimismo, participó en innumerables construcciones como el
Edificio Maciel, así como en inmuebles que aún persisten en la Avenida Central,
a la altura de la 6ª Poniente; la casa emblemática con terraza del doctor Hugo
Rincón, ubicado a un costado del Asta Bandera del Parque Bicentenario. Edificó
también un extinto hotel en el Callejón del Sacrificio, atrás de la Catedral
San Marcos, entre otros.
Construyó la cárcel del municipio de
Tonalá, hoteles en Cintalapa, el Banco Rural del Istmo en Comitán, la casa
parroquial del templo católico de Nuestra Señora de La Candelaria, en
Cintalapa, e infinidad de casas y obras en Tapachula, Rayón, Ocozocoautla, por
mencionar algunos municipios.
Don Armando, oriundo de Texcoco,
Estado de México, llegó a Chiapas en 1960 cuando tenía 26 años. Dice que desde
joven comenzó a involucrarse en trabajos de ingeniería como supervisor de
obras, a fin de terminar su carrera en la Escuela Nacional de Arquitectura de
la UNAM.
Tuvo como maestros a Augusto H.
Álvarez y a Leonardo Zeevvaert, ambos colaboradores en la construcción de la
Torre Latinoamericana, en México. De este modo, como aprendiz, lo enviaban a
Guadalajara, Querétaro, Guanajuato, para supervisar obras de ingeniería y
arquitectura.
Un día, en el centro del país, un
amigo lo invitó a trabajar en Chiapas. Aceptó con el fin de conocer la entidad
y desde entonces se quedó aquí, recuerda. Fue proyectista y supervisor en la
Dirección de Obras Públicas en el gobierno de Samuel León Brindis. De igual
manera, trabajó con otros gobernadores y gobiernos municipales de la capital
chiapaneca.
Durante su trayectoria profesional ha
sido profesor de dibujo y acuarela en la Universidad Motolinía de la Ciudad de
México y catedrático de dibujo en la Facultad de Arquitectura de la Unach, así
como socio fundador del Club de Tenis Parque Madero, en Tuxtla Gutiérrez.
A sus 84 años, don Armando ha ocupado
importantes puestos locales y regionales dentro del Club de Leones
Nacionalista.
Hace 16 años se retiró del oficio de
arquitecto. Actualmente, es encargado de la Sala Tuxtla en el Centro Cultural
Jaime Sabines. Este último oficio lo ha llevado a leer importantes obras de la
historia de Chiapas, de tal modo que realiza antologías, compilaciones e
ilustra a estudiantes a través de visitas guiadas a los murales importantes del
Ayuntamiento de Tuxtla y en la Sala Tuxtla, por supuesto.
Su cálido cuarto de estudio está lleno
de reconocimientos, libros y fotografías. Se siente orgulloso por haber
aportado un granito de arena en el desarrollo de Chiapas, dice, acompañado de
su esposa chiapacorceña, Rosaura Guadalupe Cortez Ortega.
—A estas alturas, me siento más
chiapaneco que mexiquense —finaliza.
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