Rafael Espinosa:
•24
horas bombera y 24 horas ama de casa
Al
amanecer del 31 de octubre del 2017, Isabel estaba en las alturas trepada sobre
una grúa del Heroico Cuerpo de Bomberos, al igual que sus compañeros, tratando
de sofocar el fuerte incendio de la Subsecretaría de Educación Federalizada.
Más
tarde, el 7 de enero de este año, casi a la media noche, nuevamente apoyaba en
el rescate de un automovilista prensado entre los fierros retorcidos de su
vehículo.
Así
ha pasado parte de su vida Carmen Isabel García, de 27 años, una de las 10
bomberas que hay en las 14 estaciones en Chiapas.
Tal
como muchos lo piensan, Isabel siempre creyó que la tarea de los bomberos era
exclusivo para hombres; quizá por eso la gente se asombra al verla en los
incendios, rescates y siniestros, hábil, atenta y atrevida, a pesar de los 30 kilogramos
que pesa el uniforme.
Hace
unos años se matriculó como Técnica en Enfermería y después hizo sus prácticas en
el hospital de la Cruz Roja.
Recuerda
que una ocasión la invitaron a la realización de un simulacro de incendio donde
por primera vez le llamó la atención integrarse a las filas de la institución.
Desde
ese momento, cuenta, comenzó a investigar y fue grande su sorpresa al saber que
el Heroico Cuerpo de Bomberos aceptaba mujeres.
Fue
entonces cuando comenzaron a capacitarla e hizo méritos como voluntaria durante
más de año y medio.
La
aceptación familiar fue otras de las dificultades, pues rememora que su padre,
un poco incómodo, le advertía de los riesgos y peligros propios del trabajo,
además, le decía, es una actividad para hombres. Su madre, más comprensiva,
terminó por aceptar el deseo de Isabel.
Su
esposo, Geney Gumeta, trabajador de la Secretaría de Protección Civil
Municipal, siempre estuvo de acuerdo con ella y antes de salir de casa se
bendicen mutuamente, pues de antemano saben que ser bombera también es una
actividad peligrosa.
Isabel,
con categoría Segundo Oficial, explica que las y los bomberos están capacitados
en rescate de personas, mascotas, combaten incendios, enjambres de abejas,
derrames de combustibles, fugas de gas, accidentes automovilísticos, liberación
de vialidades por árboles caídos, así como en casos de inundaciones, sismos,
entre otras asistencias.
Recuerda
que hace más de un año, dentro de su guardia de 24 horas, apoyó —en
coordinación con personal de la Cruz Roja y Protección Civil del Estado—, en el
rescate de cadáveres y heridos de un accidente de madrugada entre dos camiones,
en el tramo Ocozocoautla-Nuevo México.
Cuenta
que el salvamento con sus compañeros fue arduo y exhaustivo, con el uso de las
"quijadas de la vida", gatos hidráulicos y otras herramientas de rescate,
en medio de la oscuridad.
La
escena de aquel accidente apenas era alumbrada con lámparas y linternas, por lo
que buscando a los lesionados, Isabel sintió algo suave en su pisada y pronto
se dio cuenta de que involuntariamente tenía su bota sobre un difunto, relata.
Cuando
los heridos mueren durante el rescate, Isabel siente gran impotencia,
frustración y tristeza, peor aún si se trata de niños o adultos mayores, dice,
como cuando se incendió una casa habitación al sur poniente de la capital,
donde falleció calcinada una mujer de la tercera edad.
Isabel,
—conocida de cariño por sus compañeros como “Mojarrita”, por su encanto a los
peces—, suplicó a la sociedad hacer buen uso de las líneas de emergencia, pues
dos compañeros suyos han fallecido en accidentes dentro de la ciudad por acudir
a emergencias que resultaron ser falsas.
Mojarrita,
quien actualmente cursa Técnica en Urgencias Médicas en la Cruz Roja de Tuxtla
Gutiérrez, asiente con espíritu altruista que no hay mayor satisfacción que
recibir un ¡Gracias! después de cada servicio consumado.
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