Vistas de página en total

sábado, 26 de noviembre de 2011

Tentaciones

Por Rafael Espinosa:

No pensé que Juanita fuera tan puta. Ella dice que es “sobandera” por eso los hombres desfilan en su puerta; a otro perro con ese hueso. Lo creyera pero… ¿quién de toda la procesión es el padre de sus tres hijos? Cuentan que les acaricia las manos para leérselas, que les aprieta las piernas con los dedos para desbalagar los nudos musculares y cuando invoca a los espíritus se le traba los ojos y comienza a gemir como vaca recién aliviada.
“¿Es quiropráctica, espiritista o quiromántica?, cuestiona la comadre Raquel que también lavaba ropa, divididas sus casas por un corral de palos delgados.
“Más bien masajista”, suelta Josefa y deja de fregar el jabón, pensativa.
Siguieron enjuagando la ropa. Pero no me pasa, agrega Josefa; cómo le rinde el dinero, gasta poco o gana mucho, pero lo raro no es que sobe o limpie almas, lo extraño es que sólo hombres llegan a buscarla. Y yo bajo el pinche sol lavando ropa y ni siquiera es mía.
“Así es la vida de desbarajustada, digo, de injusta”, reflexiona Raquel, sin ganas de seguir al ver los dos cestos llenos de prendas sucias en el piso.
Pobre su marido, insiste Josefa, estará dando patadas de ahogado en el cielo, si bien le fue, si no ha de estar tramando alguna treta en el infierno con belcebú para moverle la cama por las noches, aunque creo que eso no es castigo, porque todas las noches se la sacuden.
“¿Qué cosa le sacuden, comadre?”, pregunta Raquel.
“La cama, comadre”, aclara Josefa.
Eran las seis de la tarde. Juanita salió a su traspatio, presumiendo su cuerpo envidiable a las comadres lavanderas que fingían no verla. Estaban a unos 20 metros. Lanzó una bocanada de humo del cigarro que tenía en la mano y ofertó sensualmente:
“Necesito una ayudante”
Las comadres intercambiaron miradas.
“No, gracias”, agradeció Raquel.
Josefa esbozó una risa tímida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario