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lunes, 9 de abril de 2018

Si volviera a nacer volvería a ser payaso: Yin Pin

Foto: Marcopolo Heam

•La historia de Efraín Coutiño Espinoza

Rafael Espinosa / Con sólo la primaria terminada, Yin Pin se ha consagrado cabalmente como uno de los payasos más populares del sureste de la República Mexicana y parte de Guatemala. Es guionista, autor de canciones infantiles, productor y conductor de televisión, cirquero y naturalmente payaso.

En los años 90 alcanzó la gloria como ningún payaso en la historia de Chiapas, cuando la gente se agolpaba en las entradas de las plazas de toros, circos y auditorios por ver su espectáculo.

Su nombre es Efraín Coutiño Espinoza. Nació el 9 de noviembre de 1960, en Tuxtla Gutiérrez. De niño no le gustó la escuela y quizá sentía esa apatía por las carencias en el hogar, por eso a temprana edad se empleó como mozo de hotel, vendedor de pastel, paletas de hielo y escobas.

Cuenta que un día su amigo, el payaso chiapaneco “Condorito”, regresó de Veracruz e hizo un show en la capital, por lo que Efraín se ofreció ayudarle, se vistió de payaso y entretuvo a más de 100 compañeros de su escuela; sólo entonces descubrió que este era su oficio.

Continuó como su asistente, aprendió nuevos números y con el tiempo fue descubriendo su talento por la comedia, el malabarismo, los trucos de magia y la conducción. Su padre, promotor de box y lucha libre, y su madre ama de casa, estaban en desacuerdo porque posiblemente —piensa—, sentían vergüenza de tener un hijo payaso.

Con el tiempo comenzó a hacer espectáculos en escuelas, colonias y parques, a través de la ayuda voluntaria de la gente. Así también, amenizaba fiestas infantiles y familiares, hasta que un día lo que hoy es Grupo Radio Digital le permitió salir al aire para después catapultarlo a la pantalla grande.

Recuerda que en el 94 incursionó en la televisión con el programa de entretenimiento “Zona de Diversión”, cuyos seis meses de prueba se volvieron seis años de transmisión, debido al éxito de su equipo de trabajo y las aventuras del “Rascabuche, Kilométrico, Aventurero, Mago Zadat, Popochas”, entre otros tantos personajes que atraparon al público del momento y que quedaron grabados para siempre en la memoria de aquella generación.

Su talento lo hizo grande e inmortal, también por las circunstancias de la época, pues la mayoría de las familias del sureste de México y Guatemala tenían pocas opciones acerca de los canales abiertos de televisión que Yin Pin supo aprovechar al máximo.

En la cúspide de su popularidad abarrotó plazas, auditorios, teatros y circos; sólo bastaba correr de boca en boca que Yin Pin llegaría a tal lugar para que los niños y la ola de gente se alborotaran.

Una ocasión, en la Plaza de Toros de Tapachula, había tanta gente adentro y afuera que pensó preocupado que si no se trataba de una manifestación.

—Vienen a verte, Yin Pin —le dijo contento su promotor.

Había reunido a más de 12 mil almas que ni el propio Paco Stanley, que llegaría después, logró juntarlas. Es un recuerdo que tiene presente siempre y que llevará hasta el día en que abandone este mundo, dice.

Esta popularidad lo llevó a conocer y trabajar junto a personajes del “Chavo del Ocho”, como “El Señor Barriga”, “Jaimito, El Cartero”, “La Bruja del 71” y “El Profesor Jirafales”; inmiscuido en ese ambiente se hizo compadre de “Zamorita”, comediante famoso del centro del país.

A sus 57 años, Yin Pin, cuyo diminutivo Pin surgió de Efraín y Yin de una ocurrencia juvenil, lleva 44 años dándole vida al sencillo personaje, de voz pastosa, sin más maquillaje que dos lágrimas rojas, cuatro círculos en el rostro y su inseparable gorra que oculta su incipiente calvicie.

Puede que Efraín pase desapercibido pero la mayoría reconoce al hombre maquillado, de 1.80 de estatura y 82 kilos de peso, que ha grabado cuatro discos sencillos de canciones infantiles y tres audiocasetes, a quien la gente se acerca para pedirle autógrafos y autorretratos.

Detrás del personaje de Yin Pin, hay un hombre diabético, que en ocasiones tiene problemas familiares como cualquiera, que ha llorado, que tiene cuatro hijos que lo aman y a una esposa quien le ha aguantado sus ratos de ausencias a causa del trabajo, pero también un gran ser humano.

Igual ganó algo de dinero pero no se arrepiente de haberlo gastado a su tiempo, que tiene un circo guardado, que ha sido ejemplo de nuevas generaciones de payasos y que ha vivido toda su vida en el primer cuadro de la ciudad donde antes su casa era la última de Tuxtla Gutiérrez.

—Dejo de ser payaso cuando guardo el vestuario en el guardarropa, pero continúo siendo el tipo sencillo que todo mundo conoce por Efraín —dice el admirador de “Cepillín”; de Renato Fuentes Gasca, “Rey de los Payasos”; “Chuchín, El Payaso Vagabundo”; “Bozo”, entre otros famosos.

Gracias a su trabajo conoce hasta el último rincón de Chiapas, así como la Ciudad de México, Veracruz, Tabasco, Oaxaca y parte de Guatemala, sin más extravagancias que su peculiar saco de colores, camisa sencilla y su gorra.

Después de 20 años de ausencia en los medios de comunicación, pero sin dejar los espectáculos de payaso y promotor de artistas, reinició su programa de entretenimiento infantil “Zona de Diversión”, junto a su hija conductora “Soluna” y su hijo payasito “Pincito”, en los canales 12 y 104 de Súper Cable, los sábados a las 11:00 horas. Sus otros dos hijos son catedrático y sicólogo de profesión.

Efraín es el mayor de cinco hermanos, entre los que destacan los personajes “Kilométrico”, “Profesor Becerra” y uno más que siguió los pasos de su papá, promotor de box y lucha libre.

—Cuando hay pasión y vocación por lo que haces no hay poder humano que te detenga; de modo que si volviera a nacer volvería a ser payaso —resume.

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