Foto:
Marcopolo Heam
|
•La historia de Efraín Coutiño Espinoza
Rafael
Espinosa / Con sólo la primaria terminada, Yin Pin se ha consagrado cabalmente
como uno de los payasos más populares del sureste de la República Mexicana y
parte de Guatemala. Es guionista, autor de canciones infantiles, productor y
conductor de televisión, cirquero y naturalmente payaso.
En
los años 90 alcanzó la gloria como ningún payaso en la historia de Chiapas,
cuando la gente se agolpaba en las entradas de las plazas de toros, circos y
auditorios por ver su espectáculo.
Su
nombre es Efraín Coutiño Espinoza. Nació el 9 de noviembre de 1960, en Tuxtla
Gutiérrez. De niño no le gustó la escuela y quizá sentía esa apatía por las
carencias en el hogar, por eso a temprana edad se empleó como mozo de hotel,
vendedor de pastel, paletas de hielo y escobas.
Cuenta
que un día su amigo, el payaso chiapaneco “Condorito”, regresó de Veracruz e
hizo un show en la capital, por lo que Efraín se ofreció ayudarle, se vistió de
payaso y entretuvo a más de 100 compañeros de su escuela; sólo entonces
descubrió que este era su oficio.
Continuó
como su asistente, aprendió nuevos números y con el tiempo fue descubriendo su
talento por la comedia, el malabarismo, los trucos de magia y la conducción. Su
padre, promotor de box y lucha libre, y su madre ama de casa, estaban en
desacuerdo porque posiblemente —piensa—, sentían vergüenza de tener un hijo
payaso.
Con
el tiempo comenzó a hacer espectáculos en escuelas, colonias y parques, a
través de la ayuda voluntaria de la gente. Así también, amenizaba fiestas
infantiles y familiares, hasta que un día lo que hoy es Grupo Radio Digital le
permitió salir al aire para después catapultarlo a la pantalla grande.
Recuerda
que en el 94 incursionó en la televisión con el programa de entretenimiento
“Zona de Diversión”, cuyos seis meses de prueba se volvieron seis años de
transmisión, debido al éxito de su equipo de trabajo y las aventuras del
“Rascabuche, Kilométrico, Aventurero, Mago Zadat, Popochas”, entre otros tantos
personajes que atraparon al público del momento y que quedaron grabados para
siempre en la memoria de aquella generación.
Su
talento lo hizo grande e inmortal, también por las circunstancias de la época,
pues la mayoría de las familias del sureste de México y Guatemala tenían pocas
opciones acerca de los canales abiertos de televisión que Yin Pin supo
aprovechar al máximo.
En
la cúspide de su popularidad abarrotó plazas, auditorios, teatros y circos;
sólo bastaba correr de boca en boca que Yin Pin llegaría a tal lugar para que
los niños y la ola de gente se alborotaran.
Una
ocasión, en la Plaza de Toros de Tapachula, había tanta gente adentro y afuera
que pensó preocupado que si no se trataba de una manifestación.
—Vienen
a verte, Yin Pin —le dijo contento su promotor.
Había
reunido a más de 12 mil almas que ni el propio Paco Stanley, que llegaría
después, logró juntarlas. Es un recuerdo que tiene presente siempre y que
llevará hasta el día en que abandone este mundo, dice.
Esta
popularidad lo llevó a conocer y trabajar junto a personajes del “Chavo del
Ocho”, como “El Señor Barriga”, “Jaimito, El Cartero”, “La Bruja del 71” y “El
Profesor Jirafales”; inmiscuido en ese ambiente se hizo compadre de “Zamorita”,
comediante famoso del centro del país.
A
sus 57 años, Yin Pin, cuyo diminutivo Pin surgió de Efraín y Yin de una
ocurrencia juvenil, lleva 44 años dándole vida al sencillo personaje, de voz
pastosa, sin más maquillaje que dos lágrimas rojas, cuatro círculos en el
rostro y su inseparable gorra que oculta su incipiente calvicie.
Puede
que Efraín pase desapercibido pero la mayoría reconoce al hombre maquillado, de
1.80 de estatura y 82 kilos de peso, que ha grabado cuatro discos sencillos de
canciones infantiles y tres audiocasetes, a quien la gente se acerca para
pedirle autógrafos y autorretratos.
Detrás
del personaje de Yin Pin, hay un hombre diabético, que en ocasiones tiene
problemas familiares como cualquiera, que ha llorado, que tiene cuatro hijos
que lo aman y a una esposa quien le ha aguantado sus ratos de ausencias a causa
del trabajo, pero también un gran ser humano.
Igual
ganó algo de dinero pero no se arrepiente de haberlo gastado a su tiempo, que
tiene un circo guardado, que ha sido ejemplo de nuevas generaciones de payasos
y que ha vivido toda su vida en el primer cuadro de la ciudad donde antes su
casa era la última de Tuxtla Gutiérrez.
—Dejo
de ser payaso cuando guardo el vestuario en el guardarropa, pero continúo
siendo el tipo sencillo que todo mundo conoce por Efraín —dice el admirador de
“Cepillín”; de Renato Fuentes Gasca, “Rey de los Payasos”; “Chuchín, El Payaso
Vagabundo”; “Bozo”, entre otros famosos.
Gracias
a su trabajo conoce hasta el último rincón de Chiapas, así como la Ciudad de
México, Veracruz, Tabasco, Oaxaca y parte de Guatemala, sin más extravagancias
que su peculiar saco de colores, camisa sencilla y su gorra.
Después
de 20 años de ausencia en los medios de comunicación, pero sin dejar los
espectáculos de payaso y promotor de artistas, reinició su programa de entretenimiento
infantil “Zona de Diversión”, junto a su hija conductora “Soluna” y su hijo
payasito “Pincito”, en los canales 12 y 104 de Súper Cable, los sábados a las
11:00 horas. Sus otros dos hijos son catedrático y sicólogo de profesión.
Efraín
es el mayor de cinco hermanos, entre los que destacan los personajes
“Kilométrico”, “Profesor Becerra” y uno más que siguió los pasos de su papá,
promotor de box y lucha libre.
—Cuando
hay pasión y vocación por lo que haces no hay poder humano que te detenga; de
modo que si volviera a nacer volvería a ser payaso —resume.
No hay comentarios:
Publicar un comentario