Por Rafael
Espinosa:
Un adolescente fue sometido a varias
cirugías y estudios clínicos después de ser víctima de bullying en la clase de
música. Carlos tiene 15 años y es alumno de tercer grado grupo “A” de la escuela secundaria
“Benito Juárez”, en el Instituto de Estudios Superiores de Chiapas (IESCH), en
Tuxtla Gutiérrez.
Eran cerca de
las 12:15 horas del pasado 18 de mayo. No había orden en el aula, los
estudiantes estaban dispersos en grupitos y la profesora de música, que había
entrado minutos antes, anotaba algo sobre el pizarrón.
Había pocos
alumnos, pues la mayoría demuestra desinterés por la clase.
Carlos, casi
frente al escritorio de la catedrática, exploraba las aplicaciones de un
teléfono celular con una compañera. Luego la niña se fue y se quedó con otro condiscípulo.
Ambos se levantaron de la silla y su amigo, por curiosidad, aparentaba grabar
en derredor del grupo, sin embargo, nada se guardó en el equipo.
Uno de los
alumnos que tiene su lugar casi en medio del salón, se incorporó del asiento y
caminó hacia el frente y, sin mediar palabra, le dio un puñetazo en el abdomen
a Carlos, mientras que la maestra le daba la espalda al grupo, entretenida
en el pizarrón.
Algunos
compañeros suyos compararon las estaturas de ambos como los personajes bíblicos
de David y Goliat, debido a que el agresor es alto y fornido, en tanto
que el agraviado es de complexión delgada y bajo de estatura.
Al recibir el
golpe, Carlos encogió el cuerpo quejándose de dolor, llorando, pero sin
gritar, y regresó a su silla. Minutos más tarde, el prefecto atendió el llamado
de la maestra y se llevó a los dos a la dirección del plantel, acompañado de
dos alumnos voluntarios para atestiguar.
El agredido fue
llevado a la clínica de la institución para su atención médica. Su madre
recibió una llamada telefónica en la que le preguntaron si su hijo es alérgico
al paracetamol. Contestó preocupada que no y cuestionó sobre su hijo. Le
dijeron de sopetón que lo habían golpeado y, minimizando el problema, agregaron
que nada pasaba.
Cinco minutos
antes de que terminara la clase de música el chico regresó, pero la profesora
ya no estaba. Ella no se interesó y no se ha interesado por la salud del menor.
Contra esquina de la puerta de entrada al aula hay una cámara de video, cuya
grabación es negaba a los padres de la víctima.
“Me han pegado,
pero no sé por qué”, dijo el menor al entrar a su casa, después de recuperar un
poco de fuerza.
"Estaba desencajado", recordó su madre.
El parte médico
de la escuela resumió que tiene fuerte dolor abdominal por contusión por puño
cerrado a la altura del ombligo. Le recetó paracetamol y le recomendó vigilancia,
particularmente si tenía fiebre o vomitaba.
En el curso de
la tarde presentó estos síntomas. En la noche fue llevado de urgencia a un
hospital particular, donde el médico tratante le advirtió a la madre que Carlos tendría que ser operado por una irregularidad al interior del abdomen.
Le practicaron
Rayos X, ultrasonido, pruebas de laboratorio, entre otros estudios, y durante
su estancia las posibilidades de una intervención quirúrgica disminuyeron. La
mamá pidió el alta voluntaria de su hijo para cuidarlo en casa, donde estuvo
con tratamiento médico y vigilancia.
El lunes
siguiente la mamá fue a la escuela, cuyo rector es Emilio Enrique Salazar
Narváez, para reclamar los gastos, no obstante, le pidieron las facturas
desglosadas y le advirtieron que el plantel asumía la responsabilidad a través
de un seguro que cubría como máximo siete mil 500 pesos.
Debido a la
gravedad del problema, el menor fue internado nuevamente en otro sanatorio
particular, donde le hicieron otros estudios y transfusiones sanguíneas, pues su salud
había empeorado. Lo operaron, puesto que tenía una perforación en el intestino
delgado y el médico tendría que cortar y pegar, o reparar el orificio, aunque los
riesgos eran peligrosos.
Después de
varios días de cuidados intensivos en el sanatorio, la señora llevó a su hijo a
la casa para evitar el desgaste físico, las cuentas y otras desventajas. Actualmente
la salud del muchacho es sumamente delicada, dado a que los médicos le
detectaron líquido anormal en la vesícula.
Los gastos de la
familia superan los 150 mil pesos, el joven está bajo observación estricta; continúa con tratamientos, consultas, dietas, entre otros cuidados, mientras
que el agresor y los directivos de la escuela actúan como si nada hubiera
pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario