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lunes, 11 de junio de 2012

Denuncian caso de bullying, en Tuxtla




Por Rafael Espinosa:

Un adolescente fue sometido a varias cirugías y estudios clínicos después de ser víctima de bullying en la clase de música. Carlos tiene 15 años y es alumno de tercer grado grupo “A” de la escuela secundaria “Benito Juárez”, en el Instituto de Estudios Superiores de Chiapas (IESCH), en Tuxtla Gutiérrez.
Eran cerca de las 12:15 horas del pasado 18 de mayo. No había orden en el aula, los estudiantes estaban dispersos en grupitos y la profesora de música, que había entrado minutos antes, anotaba algo sobre el pizarrón.
Había pocos alumnos, pues la mayoría demuestra desinterés por la clase.
Carlos, casi frente al escritorio de la catedrática, exploraba las aplicaciones de un teléfono celular con una compañera. Luego la niña se fue y se quedó con otro condiscípulo. Ambos se levantaron de la silla y su amigo, por curiosidad, aparentaba grabar en derredor del grupo, sin embargo, nada se guardó en el equipo.
Uno de los alumnos que tiene su lugar casi en medio del salón, se incorporó del asiento y caminó hacia el frente y, sin mediar palabra, le dio un puñetazo en el abdomen a Carlos, mientras que la maestra le daba la espalda al grupo, entretenida en el pizarrón.
Algunos compañeros suyos compararon las estaturas de ambos como los personajes bíblicos de David y Goliat, debido a que el agresor es alto y fornido, en tanto que el agraviado es de complexión delgada y bajo de estatura.
Al recibir el golpe, Carlos encogió el cuerpo quejándose de dolor, llorando, pero sin gritar, y regresó a su silla. Minutos más tarde, el prefecto atendió el llamado de la maestra y se llevó a los dos a la dirección del plantel, acompañado de dos alumnos voluntarios para atestiguar.
El agredido fue llevado a la clínica de la institución para su atención médica. Su madre recibió una llamada telefónica en la que le preguntaron si su hijo es alérgico al paracetamol. Contestó preocupada que no y cuestionó sobre su hijo. Le dijeron de sopetón que lo habían golpeado y, minimizando el problema, agregaron que nada pasaba.
Cinco minutos antes de que terminara la clase de música el chico regresó, pero la profesora ya no estaba. Ella no se interesó y no se ha interesado por la salud del menor. Contra esquina de la puerta de entrada al aula hay una cámara de video, cuya grabación es negaba a los padres de la víctima.
“Me han pegado, pero no sé por qué”, dijo el menor al entrar a su casa, después de recuperar un poco de fuerza. 
"Estaba desencajado", recordó su madre.
El parte médico de la escuela resumió que tiene fuerte dolor abdominal por contusión por puño cerrado a la altura del ombligo. Le recetó paracetamol y le recomendó vigilancia, particularmente si tenía fiebre o vomitaba.
En el curso de la tarde presentó estos síntomas. En la noche fue llevado de urgencia a un hospital particular, donde el médico tratante le advirtió a la madre que Carlos tendría que ser operado por una irregularidad al interior del abdomen.
Le practicaron Rayos X, ultrasonido, pruebas de laboratorio, entre otros estudios, y durante su estancia las posibilidades de una intervención quirúrgica disminuyeron. La mamá pidió el alta voluntaria de su hijo para cuidarlo en casa, donde estuvo con tratamiento médico y vigilancia.
El lunes siguiente la mamá fue a la escuela, cuyo rector es Emilio Enrique Salazar Narváez, para reclamar los gastos, no obstante, le pidieron las facturas desglosadas y le advirtieron que el plantel asumía la responsabilidad a través de un seguro que cubría como máximo siete mil 500 pesos.
Debido a la gravedad del problema, el menor fue internado nuevamente en otro sanatorio particular, donde le hicieron otros estudios y transfusiones sanguíneas, pues su salud había empeorado. Lo operaron, puesto que tenía una perforación en el intestino delgado y el médico tendría que cortar y pegar, o reparar el orificio, aunque los riesgos eran peligrosos.
Después de varios días de cuidados intensivos en el sanatorio, la señora llevó a su hijo a la casa para evitar el desgaste físico, las cuentas y otras desventajas. Actualmente la salud del muchacho es sumamente delicada, dado a que los médicos le detectaron líquido anormal en la vesícula.
Los gastos de la familia superan los 150 mil pesos, el joven está bajo observación estricta; continúa con tratamientos, consultas, dietas, entre otros cuidados, mientras que el agresor y los directivos de la escuela actúan como si nada hubiera pasado.

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